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España España · Barcelona
Voto de Jaime Flores:
8
Comedia. Drama Julio Blanco, el carismático propietario de una empresa que fabrica balanzas industriales en una ciudad española de provincias, espera la inminente visita de una comisión que decidirá la obtención de un premio local a la excelencia empresarial. Todo tiene que estar perfecto para la visita. Sin embargo, todo parece conspirar contra él. Trabajando a contrarreloj, Blanco intenta resolver los problemas de sus empleados, cruzando para ello ... [+]
24 de octubre de 2021
29 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tomé consciencia de que estaba ante una obra soberbia cuando me debatía acerca de la naturaleza de Julio Blanco. ¿Un abnegado jefe o un tipo sin escrúpulos? Caray, sabía que debía de ser lo segundo pero estaba empatizando con ese pobre hombre al que todo se le iba complicando. Ese es el éxito de una película que no desbarra en ningún momento, pese a ser una sátira sin complejos.

En términos plenamente ortodoxos, "El buen patrón" es una excelente comedia, y lo es porque empieza, como todas las buenas comedias, de forma discreta y pausada. De hecho, me planteé si no me iba a zampar el tostón del siglo, teniendo en cuenta el tropiezo que el director tuvo con "Loving Pablo"... Afortunadamente, León de Aranoa regresa a la majestuosidad de "Un día perfecto", con su misma sencillez y fluidez, basando su poder en el guión, las actuaciones, la puesta en escena y el ritmo in crescendo. El director se vale de un momento muy concreto en la vida de este patrón y, como lo hace de forma franca, no resulta tramposo que todo le suceda al mismo tiempo. "El buen patrón" es una olla a presión que, como las buenas comedias (valga la redundancia), siempre va hacia arriba, terminando en todo lo alto, con un protagonista taquicárdico y nosotros con él.

¿Qué decir de Javier Bardem? Pues que su retrato podría adjuntarse a la definición de actor en el diccionario. Como ocurre con Robin Williams o Marlon Brando, sus personajes son suyos y sólo suyos y, en el caso concreto de Bardem, tan opuestos que parece imposible que Julio Blanco y Ramón Sampedro o Anton Chigurh pertenezcan al mismo dueño. Es asombroso cómo cuida memeces (que no lo son para nada) como la forma de hablar, de andar o de mirar en cada uno de sus trabajos. Junto a él, ayudan al éxito general un tronchante Fernando Albizu, un desasosegante Celso Bugallo y una rabiosamente verosímil Sonia Almarcha, cuya "mujer de" es clavada a muchas "mujeres de" que he conocido.

A modo de conclusión, agradezco profundamente lo bien que me lo he pasado en la sala de cine y, más aún, lo importante de su mensaje que, aunque puede quedar postergado ante el ingenio de la obra y la pomposidad de su actor, es imperioso.
Jaime Flores
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