Una película sobre un policía infiltrado en la mafia neoyorquina, protagonizada por Johnny Depp y Al Pacino y basada en hechos reales. Muy mal hay que hacerlo para que no sea una puñetera maravilla, y lo cierto es que "Donnie Brasco" no es todo lo buena que debiera.

Le falta fuerza, épica, pulso cinematográfico. Quizás detenerse en algunas cosas y no pretender contarlo todo tal y cómo sucedió, ya que da la sensación de que Mike Newell quería ser absolutamente fiel al relato original y, por ello, se olvidó de construir una historia con la que el público conectase, más allá de ser un mero espectador. Parece un documental antes que una película, en cuanto a sobreponer los hechos por encima de las emociones. Por el contrario, "Donnie Brasco" resplandece gracias a su fotografía y ambientación, tanto de la fría Nueva York como de la tórrida Florida, así como una banda sonora plagada de éxitos de la época.

Aunque si por algo puede ser recordada, además del león*, es por la unión de los dos actores más carismáticos de sus respectivas generaciones. Como a Al Pacino ya le hemos visto en estos menesteres, es Johnny Depp el que se adueña de la función, también gracias a situarse en la cruda encrucijada de ganarse la confianza de la mafia y, al mismo tiempo, no perder a su familia. El resto de personajes quedan desdibujados, lo que es un error garrafal, por no hablar de Anne Heche, que debía de tener un representante muy bueno para que la colase en tantas buenas películas siendo una pésima actriz.

Como conclusión podría decir que "Donnie Brasco" se queda a medio camino entre la energía narrativa de Scorsese y la profundidad insondable de Coppola, y que como divertimento es mayúsculo, pero como obra emocional se queda coja.