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España España · Barcelona
Voto de Jaime Flores:
6
Drama La historia, inspirada en hechos reales, muestra la vida de la familia Gucci durante tres décadas, en las que una sucesión de traiciones, dinero, decadencia, luchas de poder y venganza desencadenaron en el asesinato en 1995 de Maurizio Gucci (Adam Driver) por orden de su mujer, Patrizia Reggiani (Lady Gaga), que llegó a ser conocida como "la viuda negra de Italia".
5 de diciembre de 2021
20 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos de acuerdo en que esto es una caricatura, ¿verdad? Una pantomima, un engendro hecho para mayor gloria de los fanáticos de la señora Gaga pero que nada más lejos de un filme serio o mínimamente dramático, que creo que era lo que buscaban y ese es su talón de Aquiles. No obstante, no es el único, ya que “La Casa Gucci” iniciaba su andadura con una media de notable alto por todo lo que prometía y ha ido descendiendo de forma ostensible por causa de los siguientes elementos:

Primero, el ritmo. La película va atropellada desde el minuto uno a pesar de tener por delante casi tres horas de duración. Las escenas se suceden una detrás de otra como si de una catarata de fotografías de un álbum familiar se tratase, sin consistencia ni profundidad. No se detiene en nada y terminas por quedarte con que tenían muchos cochazos y muchas mansiones y que la protagonista era más mala que un dolor, pero nada más. De primero de cine es saber que es preferible una buena escena que tres regulares.

Segundo, el guión. Arrastrado por lo anterior o lo anterior por este, el caso es que es de una simpleza extrema. No hay ninguna armonía y los personajes actúan al tuntún. Lo más revelador ocurre cuando se vuelven groseramente maleducados entre ellos, de repente y sin venir a cuento*(1), dejando al descubierto que es para darle tensión al tema y no porque lo requiera la historia. Al final, nos quedamos sin conocer a nadie por culpa de una película más preocupada en distraer a los espectadores más necios, que no se aburran, que en realizar algo de nivel.

Tercero, el reparto. Cada uno está en una película distinta. El sieso de Adam Driver se cree Michael Corleone pero no sabe ni por dónde le da el aire, aturdido entre los majaderos que tiene por familia. Lady Gaga es la única que cree fervientemente en el producto y por eso se esfuerza mucho, pero sigue sin salirle. Como tampoco le salía a Cher ni a Madonna, señoras empeñadas en triunfar en un mundo que no es el suyo, tal es su vanidad. La pareja, dicho sea de paso, sin ápice de química. Sorpresivamente, Jeremy Irons resulta el más creíble gracias a su elegancia natural y también a su sucinto cometido. Al Pacino, por su parte, sigue siendo el Al Pacino de los últimos años: un comediante sin descanso, y como tal, es el más agradecido de ver, pero no logra romper el techo que separa a los personajes planos de los complejos. Cierto es que no tenía ninguna escena para poder hacerlo. Y así llegamos al señor que consiguió que quisiese arrancarme los ojos cada vez que aparecía: Jared Leto. Incapaz de espetar una frase con decencia, no es más que gestos exagerados y vocecitas insufribles. La suya es una de las peores actuaciones de la historia, sin exagerar. Y quieren nominarlo al Oscar...

Cuarto y definitivo, la dirección. Esto te lo coge Scorsese o Polanski y flipamos en colores, pero Ridley Scott es, salvo contadas excepciones, la mediocridad hecha cineasta. El tío consigue que una película que tiene los elementos más impresionantes del año (historia truculenta y verídica, reparto de lujo y factura técnica impecable), se quede en algo tan falto de fuerza y de emoción. En algo tan mediocre.

Entre las cosas buenas, que las tiene y de ahí mi nota, están la voluntad de querer regresar al estilo de cine más clásico, aquel en el que las actuaciones y el guión eran fundamentales para que el producto saliese adelante. Otra cosa es que no les haya salido, pero a los nostálgicos del cine de los 70, 80 y 90 nos gustará, pese a todo. También es de celebrar su banda sonora, que hará que el espectador quiera salir de fiesta después de verla, el lujoso y lustroso vestuario y la espectacular ambientación, ya que en las casi tres horas paseamos en Vespa por ciudades italianas, comemos en fincas rodeadas por lagos cristalinos e, incluso, nos da tiempo a esquiar en lugares perdidos de la mano de Dios. Y también, qué caray, reconozco que es una película divertida, hortera como ella sola y que se pasa volando.

Por ello y también pese a lo anterior, prefiero "La Casa Gucci" a la enésima de Marvel, Disney o la madre que los parió.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jaime Flores
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