Con "Desmontando a Harry" regresa el Woody Allen más agotador e inaccesible. Aquel con el que no puedo simpatizar porque ni le entiendo ni le sigo, aún valorando sus cosas buenas, tales como el ingenio en la idea y en momentos del guión.

La película me aburrió soberanamente. La vi hace un par de días y no recuerdo casi nada, salvo a Robin Williams borroso, eso es inolvidable, y a la actriz que hacía de su mujer. El resto es pamplina tras pamplina, y perorata tras perorata, siempre inacabables y gafapastosas. Puedo vislumbrar lo que quiere transmitir, pero no me llega ni me conmueve. Asisto impasible a una sesión de narcisismo exacerbado.

"Desmontando a Harry" confirma mi teoría: cuánto más alabada es una película de este señor, menos me gusta. Y viceversa. Temo el momento de ver "Annie Hall" y "Manhattan".