Con "American Horror Story: Coven" tengo ciertos problemas. En muchos momentos parece una serie adolescente, cuando debería ser todo lo contrario, ya que estamos ante una serie que no le importa mostrar la muerte y la tortura de las formas más desagradables posibles. Por eso, debería tener unos conflictos más adultos.

Pero el problema más grave aparece incluso antes de la mitad de los capítulos, cuando se observa una pérdida de rumbo importante. La cosa se aloca y comienza a haber muertes y posteriores resurrecciones a troche y moche, lo que le quita gracia al asunto. Si todos resucitan, la muerte deja de impactar.

Pese a eso, "Coven" también tiene todo lo bueno de la factoría AHS: el interés en la trama no se pierde, una gran potencia narrativa, la estética es inmejorable y los personajes son icónicos, entre los que destacan Madame Lalaurie y Myrtle Snow, así como un reparto excelso. Concretamente, hay cinco actrices que podrían protagonizar cualquier serie y aquí las tenemos bien juntitas y revueltas, una constelación verdaderamente estelar, hablo de Kathy Bates, cuyo trabajo actoral es apoteósico, Angela Basset, Emma Roberts, Frances Conroy y Jessica Lange.

El cómputo sigue siendo positivo.