Delicioso cuento de terror basado en el relato corto de Washington Irving. De cuando Tim Burton era un director de verdad y no un arrastrao y Depp le daba a la botella de ron con moderación. Hablo de la película, no de la aberración esa de serie de mierda que fue cagada no hace mucho.

Una joyita de terror victoriano con el estilazo único que se marcaba TB y con libreto de Andrew Kevin Walker (sí, el tipo que escribió Seven), todo en ella es una delicia cuasi onírica con un elenco de actorazos, un diseño de producción magistral y una fotografía fantasmal y preciosa del maestro Emmanuel Lubezki. Para redondear la faena, el gran Danny Elfman se marca un scoraco realmente memorable.

Un 8 y con la boca bien grande. Ya no hay películas así. Ni las habrá...