La selección de las carteleras está, por lo general, repleta de lo que se espera que sean éxitos comerciales dadas las comprensibles necesidades económicas del sector en este año de pandemia. Entre tanto ansiado taquillazo podéis encontrar la pequeña joya de Saint Maud. Cinta que explora la inmersión de su personaje en un remolino de éxtasis religioso y psicopatología severa. Inteligente y libre de burdos recursos: el relato transcurre tan solo con los sobresaltos imprescindibles ante la eficiente construcción de las distintas atmósferas. Deja su huella encubriendo con gran elegancia el terror al que le reza. Ópera prima de Rose Glass. Habrá que seguirle el rastro.