El rodaje de la película (1935) supuso la movilización de un gran esfuerzo económico, destinado a la construcción de una ficticia villa flamenca del s XVII (llamada Boom), de los interiores de diversos palacios y viviendas y de exteriores como plazas, puerta principal de las murallas, mercado, etc. También se hizo un gran esfuerzo en la movilización de un grupo muy amplio de actores, figurantes y soldados. Merece especial mención la reconstrucción del vestuario de época, tomando como punto de referencia las escenas familiares y domésticas de la pintura flamenca de la época.

Destaca el buen trabajo de la cámara, que hace alardes de virtuosismo con movimientos muy acertados, con el uso de sugestivas aproximaciones a los protagonistas de la acción, con enfoques de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba y, también, de costado a baja altura, éstos para dar realce al desfile de despedida de las tropas.