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Voto de Miquel:
8
7,6
121.151
Comedia
El Nota (Jeff Bridges), un vago que vive en Los Angeles, un día es confundido por un par de matones con el millonario Jeff Lebowski, con quien sólo comparte apellido. Después de que orinen en su alfombra, el Nota inicia la búsqueda de El Gran Lebowski. De su encuentro surgirá un trato: el Nota recibirá una recompensa si consigue encontrar a la mujer del magnate. (FILMAFFINITY)
30 de diciembre de 2011
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Séptimo largometraje de los hermanos Joel y Ethan Coen, escrito por ellos e inspirado en personajes y situaciones reales y en las novelas policíacas de Raymond Chandler, autor, entre otras, de “The Big Sleep” (1939). Se rueda durante 11 semanas en escenarios reales de diversas ubicaciones de CA (Beverly Hills, Culver City, Fairfax, San Pedro, Santa Bárbara, Santa Mónica, L.A., etc.), con un presupuesto estimado (IMDb) de 15 millones USD. Es nominado al Oso de oro (mejor película) del Festival de Berlín. Producido por Ethan y Joel Coen para Polygram y Working Titile Films, se proyecta por primera vez en público el 15-II-1998 (Festival Berlín, Alemania).
La acción dramática tiene lugar en la ciudad de Los Ángeles (CA) en los primeros años de la década de 1990, durante la llamada Guerra del Golfo o Guerra de Kwait. Explica las andanzas de tres amigos unidos por su afición común al juego de bolos: Jeff “El Nota” Lebowski (Bridges), Walter Shochak (Goodman) y Theodor Donald “Donny” Kerbatsos (Buscemi), los tres de unos 40 años. Por razones diversas se ven involucrados en una cadena de extorsiones, secuestros, desaparición de personas, rescates, asaltos, traiciones, sexo y drogas. Otros personajes son el millonario Jeffrey Lebowski (Huddleston), llamado “El gran Lebowski”, residente en Pasadera, hemipléjico a causa de las heridas de guerra que recibió durante la Guerra de Corea; Bunny (Reid), su esposa actual; Maude (Moore), hija de un matrimonio anterior; Brandt (Hoffman), fiel asistente del millonario; el magnate Jackie Treehorn (Gazzara), director de cine porno, residente en Malibú y otros.
El Nota es un fracasado, está en paro, es consumidor habitual de marihuana y bebedor empedernido de vodka con leche, vago de solemnidad, ignorante, inculto, pacifista y trasnochado. Viste habitualmente prendas de estar en casa (pantalones cortos, batín, zapatillas …) por la mañana, la tarde y la noche, en casa y fuera de ella. Walter, que combatió en Vietnam, dirige su propia empresa de seguridad, se proclama practicante de la religión judía a la que se convirtió a raíz del matrimonio con su ex esposa, Cinthia, y guarda el sabbath. Es inestable, violento, entrometido y cabezota. Donny arrastra un pesado complejo de inferioridad, es despistado, apocado, ingenuo, flaco, enfermizo y de pocas palabras. Bonny es presumida y gastadora. Maude es pelirroja, pecosa, feminista y llorona. El gran Lebowski es autoritario, dominante e inflexible. Como en otros films de los Coen, los personajes son singulares, excéntricos y bastante extravagantes.
Contiene numerosos escenas destacadas, como la de las cenizas, la aparición de Turturro, la del interrogatorio del ladrón de coches, la del inodoro, la que echa a perder la alfombra, la de los elementos equilibradores en los ejercicios de tai chi, etc. El paso del tiempo ha convertido el film en una apreciada película de culto.
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La acción dramática tiene lugar en la ciudad de Los Ángeles (CA) en los primeros años de la década de 1990, durante la llamada Guerra del Golfo o Guerra de Kwait. Explica las andanzas de tres amigos unidos por su afición común al juego de bolos: Jeff “El Nota” Lebowski (Bridges), Walter Shochak (Goodman) y Theodor Donald “Donny” Kerbatsos (Buscemi), los tres de unos 40 años. Por razones diversas se ven involucrados en una cadena de extorsiones, secuestros, desaparición de personas, rescates, asaltos, traiciones, sexo y drogas. Otros personajes son el millonario Jeffrey Lebowski (Huddleston), llamado “El gran Lebowski”, residente en Pasadera, hemipléjico a causa de las heridas de guerra que recibió durante la Guerra de Corea; Bunny (Reid), su esposa actual; Maude (Moore), hija de un matrimonio anterior; Brandt (Hoffman), fiel asistente del millonario; el magnate Jackie Treehorn (Gazzara), director de cine porno, residente en Malibú y otros.
El Nota es un fracasado, está en paro, es consumidor habitual de marihuana y bebedor empedernido de vodka con leche, vago de solemnidad, ignorante, inculto, pacifista y trasnochado. Viste habitualmente prendas de estar en casa (pantalones cortos, batín, zapatillas …) por la mañana, la tarde y la noche, en casa y fuera de ella. Walter, que combatió en Vietnam, dirige su propia empresa de seguridad, se proclama practicante de la religión judía a la que se convirtió a raíz del matrimonio con su ex esposa, Cinthia, y guarda el sabbath. Es inestable, violento, entrometido y cabezota. Donny arrastra un pesado complejo de inferioridad, es despistado, apocado, ingenuo, flaco, enfermizo y de pocas palabras. Bonny es presumida y gastadora. Maude es pelirroja, pecosa, feminista y llorona. El gran Lebowski es autoritario, dominante e inflexible. Como en otros films de los Coen, los personajes son singulares, excéntricos y bastante extravagantes.
Contiene numerosos escenas destacadas, como la de las cenizas, la aparición de Turturro, la del interrogatorio del ladrón de coches, la del inodoro, la que echa a perder la alfombra, la de los elementos equilibradores en los ejercicios de tai chi, etc. El paso del tiempo ha convertido el film en una apreciada película de culto.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
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El relato desarrolla una comedia ácida, de humor alocado, con elementos de cine negro, de crímenes y policíaco. De la mano de un narrador omnisciente, natural del Oeste, al que se ve fugazmente en varias ocasiones, se desgrana una historia, entretenida y crítica, de humor básicamente negro. Ironiza sobre los bajos niveles culturales del ciudadano medio y sus escasas luces; denuncia la tiranía avasalladora del poder del dinero; ridiculiza la arrogancia socialmente aceptada y agradecida; explica la tensión que informa la vida de los triunfadores en los negocios y sus manejos abusivos y violentos. Propone tomar en consideración la filosofía de la vida que bebe en las fuentes de la duda y se inspira en los principios del respeto, la mesura, la tolerancia y la búsqueda del equilibrio natural de las cosas.
La narración se basa en un guión ingenioso, cuidado y bien trabajado. Los diálogos son ocurrentes, imaginativos, incisivos, vibrantes y sumamente divertidos. El film hace uso, con gracia y habilidad, de la exageración, la extravagancia, el surrealismo, el absurdo y el disparate. Compone un texto puesto al servicio del humor, el sarcasmo y una ironía deliciosamente malintencionada e inmisericorde. El espectador queda atrapado entre dos mundos enfrentados: el de los triunfadores y el de los fracasados. Frente a ellos se encuentra solo con su subjetividad y su capacidad de análisis y crítica. Los realizadores trabajan el humor con la técnica depurada que tienen, lo que les permite situar tras las acciones alocadas una invitación seria y firme a la reflexión.
La película se presenta salpicada de guiños de simpatía a otros films, antiguos, clásicos y contemporáneos. Se advierten referencias directas e indirectas a obras de Kubrick (“La naranja mecánica” y “Lolita”), al cine negro clásico (“El halcón maltés”), a grandes superproducciones (“Ben Hur”), al cine musical (“La calle 42”) y al cine europeo (“Satiricón”, de Fellini).
La banda sonora, de Carter Burwell (“Valor de ley”, 2010), compone una combinación variada y ecléctica, de composiciones muy diversas, concentradas en las que más se oyeron en los años 60 y 70, los de la juventud de los 3 jugadores de bolos. Añade 2 cortes clásicos, tomados de “Cuadros de una exposición”, de Musorgsky, y de la Misa de Réquiem, de Mozart. La fotografía, de Roger Deakins (“Fargo”, “Barton Fink”, “El gran salto”, “Valor de ley”…), presenta juegos de planos de extraordinaria belleza, un trabajo de cámara espléndido y un diseño de imágenes de excelente plasticidad. La representación surrealista de dos sueños adopta soluciones tan acertadas como la del disfraz de valkiria.
El relato desarrolla una comedia ácida, de humor alocado, con elementos de cine negro, de crímenes y policíaco. De la mano de un narrador omnisciente, natural del Oeste, al que se ve fugazmente en varias ocasiones, se desgrana una historia, entretenida y crítica, de humor básicamente negro. Ironiza sobre los bajos niveles culturales del ciudadano medio y sus escasas luces; denuncia la tiranía avasalladora del poder del dinero; ridiculiza la arrogancia socialmente aceptada y agradecida; explica la tensión que informa la vida de los triunfadores en los negocios y sus manejos abusivos y violentos. Propone tomar en consideración la filosofía de la vida que bebe en las fuentes de la duda y se inspira en los principios del respeto, la mesura, la tolerancia y la búsqueda del equilibrio natural de las cosas.
La narración se basa en un guión ingenioso, cuidado y bien trabajado. Los diálogos son ocurrentes, imaginativos, incisivos, vibrantes y sumamente divertidos. El film hace uso, con gracia y habilidad, de la exageración, la extravagancia, el surrealismo, el absurdo y el disparate. Compone un texto puesto al servicio del humor, el sarcasmo y una ironía deliciosamente malintencionada e inmisericorde. El espectador queda atrapado entre dos mundos enfrentados: el de los triunfadores y el de los fracasados. Frente a ellos se encuentra solo con su subjetividad y su capacidad de análisis y crítica. Los realizadores trabajan el humor con la técnica depurada que tienen, lo que les permite situar tras las acciones alocadas una invitación seria y firme a la reflexión.
La película se presenta salpicada de guiños de simpatía a otros films, antiguos, clásicos y contemporáneos. Se advierten referencias directas e indirectas a obras de Kubrick (“La naranja mecánica” y “Lolita”), al cine negro clásico (“El halcón maltés”), a grandes superproducciones (“Ben Hur”), al cine musical (“La calle 42”) y al cine europeo (“Satiricón”, de Fellini).
La banda sonora, de Carter Burwell (“Valor de ley”, 2010), compone una combinación variada y ecléctica, de composiciones muy diversas, concentradas en las que más se oyeron en los años 60 y 70, los de la juventud de los 3 jugadores de bolos. Añade 2 cortes clásicos, tomados de “Cuadros de una exposición”, de Musorgsky, y de la Misa de Réquiem, de Mozart. La fotografía, de Roger Deakins (“Fargo”, “Barton Fink”, “El gran salto”, “Valor de ley”…), presenta juegos de planos de extraordinaria belleza, un trabajo de cámara espléndido y un diseño de imágenes de excelente plasticidad. La representación surrealista de dos sueños adopta soluciones tan acertadas como la del disfraz de valkiria.