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Voto de Miquel:
8
6,6
15.909
Romance. Drama
Leonard (Joaquin Phoenix) es un joven psicológicamente inestable que intenta recuperarse de su última crisis bajo la atenta mirada de sus padres. Inesperadamente entran en su vida dos mujeres: la encantadora y sencilla Sandra (Vinessa Shaw), hija del nuevo socio de su padre, y Michelle (Gwyneth Paltrow), una misteriosa vecina que parece no encajar en un barrio tan anodino. (FILMAFFINITY)
28 de julio de 2011
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarto largometraje de James Gray (“La noche es nuestra”, 2007) (NY 1969), realizado a partir de un guión que adapta muy libremente el relato corto de Dostoievski “Noches blancas” (1848), escrito por el propio Gray y Richard Menello. Se rueda en escenarios exteriores de la Bahía de Brighton, Manhattan, Jersey City, Lincoln Center, durante 29 días, con un presupuesto ajustado de 12 M USD. Producido por Donna Gigliotti, James Gray y Anthony Katagas, se proyecta por primera vez en público el 19-V-2008 (Festival de Cannes). La acción dramática principal tiene lugar en Brooklyn (NY) a lo largo de varias semanas de los últimos meses de 2007.
Los personajes principales son Leonard Kraditor (Phoenix), Michelle Rausch (Paltrow) y Sandra Cohen (Shaw). Leonard, de treinta y pocos años, estudió derecho, pero no terminó la carrera. Es aficionado a la fotografía y vive deprimido por la ruptura con su novia. Es introvertido, neurótico y bipolar. Michelle, más joven que Leonard, es rubia, de aspecto angelical, atractiva, extrovertida, independiente, egoísta, manipuladora, misteriosa, frágil e inestable. Sandra es morena, sencilla, cariñosa, comprensiva, clásica y estable. Isabella Rossellini encarna el papel de Ruth Kraditor, madre de Leonard. Las interpretaciones de Phoenix y Paltrow son espléndidas, ricas en matices y vigorosas en capacidad de convicción y arrastre. De su mano el film deviene una obra de actores y actrices.
El guión es sencillo y claro. Explora aspectos de la vida cotidiana, de personajes ordinarios, enfrentados a situaciones comunes. La historia se desarrolla pausadamente, con elegancia, sobriedad, contención y atención al detalle. La puesta en escena se presenta cuidada con convicción, empeño y acierto. La atmósfera es melancólica, triste y sombría. La historia de amor, exenta de emociones superficiales, se sitúa en los límites del melodrama, sin traspasarlos. El espectador se siente envuelto en un ambiente de incertidumbre e inseguridad que sume a los protagonistas en un mar agobiante de indecisión e inmovilismo. Se palpan los sentimientos de desamparo y desolación. Los hechos y las circunstancias que los envuelven se expresan en términos de un realismo vigoroso que recuerda el cine de Coppola.
La fascinación que Gray siente por el cine clásico le lleva a inspirar la estética, la visualidad y las formas de su trabajo en obras que cita expresamente en las entrevistas que concede, los comentarios que hace y las comparecencias que ofrece. Reconoce la influencia que la cinta recibe de obras como "Noches blancas" (1957), “Vértigo” (1958), “La ventana indiscreta” (1954), “El Padrino” (1972), “La doble vida de Verónica” (1991) y otras, que el espectador atento no tiene dificultad en identificar.
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Los personajes principales son Leonard Kraditor (Phoenix), Michelle Rausch (Paltrow) y Sandra Cohen (Shaw). Leonard, de treinta y pocos años, estudió derecho, pero no terminó la carrera. Es aficionado a la fotografía y vive deprimido por la ruptura con su novia. Es introvertido, neurótico y bipolar. Michelle, más joven que Leonard, es rubia, de aspecto angelical, atractiva, extrovertida, independiente, egoísta, manipuladora, misteriosa, frágil e inestable. Sandra es morena, sencilla, cariñosa, comprensiva, clásica y estable. Isabella Rossellini encarna el papel de Ruth Kraditor, madre de Leonard. Las interpretaciones de Phoenix y Paltrow son espléndidas, ricas en matices y vigorosas en capacidad de convicción y arrastre. De su mano el film deviene una obra de actores y actrices.
El guión es sencillo y claro. Explora aspectos de la vida cotidiana, de personajes ordinarios, enfrentados a situaciones comunes. La historia se desarrolla pausadamente, con elegancia, sobriedad, contención y atención al detalle. La puesta en escena se presenta cuidada con convicción, empeño y acierto. La atmósfera es melancólica, triste y sombría. La historia de amor, exenta de emociones superficiales, se sitúa en los límites del melodrama, sin traspasarlos. El espectador se siente envuelto en un ambiente de incertidumbre e inseguridad que sume a los protagonistas en un mar agobiante de indecisión e inmovilismo. Se palpan los sentimientos de desamparo y desolación. Los hechos y las circunstancias que los envuelven se expresan en términos de un realismo vigoroso que recuerda el cine de Coppola.
La fascinación que Gray siente por el cine clásico le lleva a inspirar la estética, la visualidad y las formas de su trabajo en obras que cita expresamente en las entrevistas que concede, los comentarios que hace y las comparecencias que ofrece. Reconoce la influencia que la cinta recibe de obras como "Noches blancas" (1957), “Vértigo” (1958), “La ventana indiscreta” (1954), “El Padrino” (1972), “La doble vida de Verónica” (1991) y otras, que el espectador atento no tiene dificultad en identificar.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
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La apropiación de recursos clásicos que hace Gray, la enmarca en contextos propios, evoca imágenes y composiciones de acuerdo con parámetros modernos y adapta las viejas formas a constantes argumentales características del cine actual. Por ello pensamos que el clasicismo de Gray no es repetitivo ni anacrónico. Es una muestra de su fascinación por el trabajo de unos autores que admira hasta el punto que siente la necesidad de recordarlos y elogiarlos. Es clásica o clasicista, según se mire, la apuesta de Gray por el realismo y el análisis de la condición humana, su afición a la sobriedad y el equilibrio, el uso que hace de la mesura en las formas y el recuerdo de las obras de los grandes maestros. La cinta está salpicada de referencias destinadas a alimentar en el espectador la conciencia de vivir en el mundo real, en el que la lluvia moja, el frío penetra hasta los huesos, la arena se adhiere a las manos y el oleaje de la playa empapa los zapatos de agua y sal.
La fotografía, de Joaquín Baca-Asay, construye escenas con la cámara en mano que aporta sensaciones de la inestabilidad y fragilidad de los personajes y hace funciones en algunas ocasiones de cámara subjetiva. Compone claroscuros que evocan la pintura inmortal de Caravaggio. Reitera contraluces que evocan sentimientos de los personajes. Ilumina las escenas con rayos de luz misteriosa. Hace uso de colores predominantemente fríos que filtra y rebaja en intensidad al servicio de la sobriedad y el ambiente melancólico del film. Representa la soledad y la desolación con ayuda de la expresión corporal y la construcción imaginativa de escenarios. La banda sonora ofrece cortes de música ajena. Destacan los fragmentos de óperas, como “Manon” (Puccini), “L’Elisir d’amore” (Donizetti) y “Cavalleria rusticana” (Mascagni), que llenan de sentido y verismo escenas de amor y romance. Añade fragmentos a cargo de Ella Fritzgerald, Dizzy Gillespie y otros clásicos de la canción y la música.
La apropiación de recursos clásicos que hace Gray, la enmarca en contextos propios, evoca imágenes y composiciones de acuerdo con parámetros modernos y adapta las viejas formas a constantes argumentales características del cine actual. Por ello pensamos que el clasicismo de Gray no es repetitivo ni anacrónico. Es una muestra de su fascinación por el trabajo de unos autores que admira hasta el punto que siente la necesidad de recordarlos y elogiarlos. Es clásica o clasicista, según se mire, la apuesta de Gray por el realismo y el análisis de la condición humana, su afición a la sobriedad y el equilibrio, el uso que hace de la mesura en las formas y el recuerdo de las obras de los grandes maestros. La cinta está salpicada de referencias destinadas a alimentar en el espectador la conciencia de vivir en el mundo real, en el que la lluvia moja, el frío penetra hasta los huesos, la arena se adhiere a las manos y el oleaje de la playa empapa los zapatos de agua y sal.
La fotografía, de Joaquín Baca-Asay, construye escenas con la cámara en mano que aporta sensaciones de la inestabilidad y fragilidad de los personajes y hace funciones en algunas ocasiones de cámara subjetiva. Compone claroscuros que evocan la pintura inmortal de Caravaggio. Reitera contraluces que evocan sentimientos de los personajes. Ilumina las escenas con rayos de luz misteriosa. Hace uso de colores predominantemente fríos que filtra y rebaja en intensidad al servicio de la sobriedad y el ambiente melancólico del film. Representa la soledad y la desolación con ayuda de la expresión corporal y la construcción imaginativa de escenarios. La banda sonora ofrece cortes de música ajena. Destacan los fragmentos de óperas, como “Manon” (Puccini), “L’Elisir d’amore” (Donizetti) y “Cavalleria rusticana” (Mascagni), que llenan de sentido y verismo escenas de amor y romance. Añade fragmentos a cargo de Ella Fritzgerald, Dizzy Gillespie y otros clásicos de la canción y la música.