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Voto de Miquel:
7
6,3
26.317
Drama. Romance
Cuando el escritor Mateo Blanco (Lluís Homar) viajaba con Lena (Penélope Cruz), la mujer de su vida, sufrió un accidente de coche que lo dejó ciego. Harry Caine es el pseudónimo con el que firma sus trabajos literarios. Como director de cine usa, en cambio, su nombre real. Harry Caine vive de los guiones que escribe gracias a la ayuda de Judit García (Portillo), su antigua y fiel directora de producción, y de Diego (Tamar Novas), el ... [+]
16 de enero de 2010
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje nº 17 de Pedro Almodóvar (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1949). El guión y el argumento son originales de Almodóvar. Se rueda en escenarios naturales de Canarias (Gran Canaria y Lanzarote) y de Madrid (Parla y Madrid), y en platós de Estudios Barajas (Madrid), con un presupuesto estimado de 18 M USD, el más elevado de su filmografía. Producido por Esther García y Agustín Almodóvar para El Deseo, se presenta en sesión de preestreno el 17-III-2009 (Barcelona).
La acción dramática tiene lugar en Madrid, Lanzarote e Ibiza en 2008. Mediante flashbacks el protagonista, Mateo Blanco (Homar), invidente a causa de un traumatismo accidental de tráfico, evoca hechos ocurridos 14 años antes (1903/04). Sobrevive gracias a sus ingresos como autor de guiones de cine; la ayuda de su amiga de siempre, Judit García (Portillo); y el apoyo del hijo de ésta, el discotequero Diego (Novas), que le sirve como secretario, lazarillo y confidente. A instancias del mismo, le cuenta su historia de amor con Lena (Cruz).
El film suma drama, romance, comedia y cine negro. El realizador, con los ojos puestos en el cine clásico y el ejemplo de los grandes maestros, adopta un estilo más contenido y equilibrado de lo que es habitual en él. Trata de alejarse de los trazos excesivos, impone un ritmo pausado y construye una historia de personajes. En ella destaca el trío protagonista formado por Lena, Mateo y Judit. Focaliza la atención en la dimensión humana del drama: celos, amores imposibles, amistad, desgarros por discapacidad sobrevenida, soledad, solidaridad, familia, traiciones, etc.
La narración hace uso de figuras y recursos que ponen de manifiesto el dominio que el realizador tiene del oficio. En este sentido hay que hablar de los juegos de dobles, o de duplicidades, que animan el relato: Mateo Blanco y Harry Caine, Lena y Severine, el hijo de Ernesto Martel y su seudónimo (RayX), Judit y su hijo Diego, la doble historia de la película, Lena y Pina, cine y realidad, cine en el cine, etc. El relato avanza a distintos niveles a la vez, lo que brinda al director oportunidades de crear contrastes, relieves y sombras narrativas, que aprovecha gracias a la capacidad de análisis y control de variables que posee. Combina con fluidez y resultados aceptables (aunque no óptimos) elementos tan intrínsecamente contradictorios como drama y comedia, dolor y humor. Por razones que se me ocultan, los episodios retorcidos, tortuosos y extravagantes de la historia, los presenta de modo que parecen admisibles o incluso a veces creíbles (conversación telefónica de Ernesto y Severine). El film asume riesgos dependientes de la amalgama de géneros (melodrama, thriller y cine negro) de un modo que pone de relieve el buen ánimo del realizador y su valentía. Al margen de los resultados que obtiene (mejores o peores según los casos) hay que agradecerle su disposición a asumir riesgos.
La acción dramática tiene lugar en Madrid, Lanzarote e Ibiza en 2008. Mediante flashbacks el protagonista, Mateo Blanco (Homar), invidente a causa de un traumatismo accidental de tráfico, evoca hechos ocurridos 14 años antes (1903/04). Sobrevive gracias a sus ingresos como autor de guiones de cine; la ayuda de su amiga de siempre, Judit García (Portillo); y el apoyo del hijo de ésta, el discotequero Diego (Novas), que le sirve como secretario, lazarillo y confidente. A instancias del mismo, le cuenta su historia de amor con Lena (Cruz).
El film suma drama, romance, comedia y cine negro. El realizador, con los ojos puestos en el cine clásico y el ejemplo de los grandes maestros, adopta un estilo más contenido y equilibrado de lo que es habitual en él. Trata de alejarse de los trazos excesivos, impone un ritmo pausado y construye una historia de personajes. En ella destaca el trío protagonista formado por Lena, Mateo y Judit. Focaliza la atención en la dimensión humana del drama: celos, amores imposibles, amistad, desgarros por discapacidad sobrevenida, soledad, solidaridad, familia, traiciones, etc.
La narración hace uso de figuras y recursos que ponen de manifiesto el dominio que el realizador tiene del oficio. En este sentido hay que hablar de los juegos de dobles, o de duplicidades, que animan el relato: Mateo Blanco y Harry Caine, Lena y Severine, el hijo de Ernesto Martel y su seudónimo (RayX), Judit y su hijo Diego, la doble historia de la película, Lena y Pina, cine y realidad, cine en el cine, etc. El relato avanza a distintos niveles a la vez, lo que brinda al director oportunidades de crear contrastes, relieves y sombras narrativas, que aprovecha gracias a la capacidad de análisis y control de variables que posee. Combina con fluidez y resultados aceptables (aunque no óptimos) elementos tan intrínsecamente contradictorios como drama y comedia, dolor y humor. Por razones que se me ocultan, los episodios retorcidos, tortuosos y extravagantes de la historia, los presenta de modo que parecen admisibles o incluso a veces creíbles (conversación telefónica de Ernesto y Severine). El film asume riesgos dependientes de la amalgama de géneros (melodrama, thriller y cine negro) de un modo que pone de relieve el buen ánimo del realizador y su valentía. Al margen de los resultados que obtiene (mejores o peores según los casos) hay que agradecerle su disposición a asumir riesgos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La película explica una historia sencilla y bastante naíf, de un amor imposible. Es, también, una declaración convincente de amor al cine. Rinde homenaje a películas notables, como “Ascensor para el cadalso” (Malle, 1957), “Fellini, 8 ½” (Fellini, 1963), “Dos cabalgan juntos” (Ford, 1961), etc. Evoca personajes de ficción cinematográfica, como Severine (“Belle de Jour”, Buñuel, 1967). Recuerda algunas de sus películas anteriores, como “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (1988) y “Tacones lejanos” (1991). Homenajea con cariño a actrices de sus películas (Lampreave, Rossy de Palma, Ángela Molina, Kiti Manver...). Sobre todo, hace el elogio de la escena clave (los enamorados calcinados de Pompeya) de “Te querré siempre” (Rossellini, 1954). Elogia a Jeanne Moreau y Audrey Hepburn, de la que presenta una festiva parodia con muletas. No oculta su devoción por Douglas Sirk y Fassbinder. Varios personajes del film trabajan en el cine.
Son escenas memorables la de la lectora de labios contratada por Martel, el revolcón de Kira Miró y Lluis Homar en el sofá (visto desde detrás del respaldo), la lágrima de Penélope que cae sobre un tomate, el padre de Lena en estado terminal, el sexo sobre la alfombra y otras. Trata temas viejos y nuevos, como la pasión, la familia, las relaciones de madre e hijo, la ausencia del padre, la maternidad sin ayudas familiares, las obsesiones, los celos, la discapacidad, la invidencia por accidente, la pérdida, el paso del tiempo, la supervivencia, la resistencia, la enfermedad, la muerte.
La banda sonora, de Alberto Iglesias (“Volver”, 2006), consta de 25 cortes, que aportan una música dramática, pausada, profunda y breve, de excelente factura. Como música añadida adaptada composiciones a tono con el argumento o el clima de la escena (“A ciegas”, “Werewolf”, “Vitamin C”...). La fotografía, de Rodrigo Prieto (“Brokeback Mountain”, 2005), en color, se adapta a la estética colorista, sensual y kitsch, rica en contrastes y próxima al arte pop, que tanto gusta a Almodóvar. Compone primeros planos para explicar los sentimientos de los personajes y hace uso de una notable profundidad de campo. Crea imágenes impactantes, de singular fuerza expresiva, como los amantes envueltos en las sábanas del lecho.
No es una obra maestra, ni es la mejor película de Almodóvar, pero para el que esto escribe es un trabajo entretenido, disfrutable, interesante y digno, que compone una buena película. Estará mejor o peor conseguida, pero no se puede negar que Almodóvar la ha trabajado con convicción, entrega, ansias de superación, deseos de experimentación y espíritu de exposición al riesgo.
Bibliografía
- José M. CAPARRÓS LERA, “Los abrazos rotos”, caparroscinema.blogspot.com, 5-V-2009.
- Alejandro G. CALVO, “Los abrazos rotos”, ‘Dirigido por’, nº 388, pág. 82-83, abril 2009.
- Carlos BOYERO, “Todo sobre los ‘Abrazos rotos’, lo último de Pedro Almodóvar”, ‘El País’ Suplemento de cultura, 18-III-2009.
Son escenas memorables la de la lectora de labios contratada por Martel, el revolcón de Kira Miró y Lluis Homar en el sofá (visto desde detrás del respaldo), la lágrima de Penélope que cae sobre un tomate, el padre de Lena en estado terminal, el sexo sobre la alfombra y otras. Trata temas viejos y nuevos, como la pasión, la familia, las relaciones de madre e hijo, la ausencia del padre, la maternidad sin ayudas familiares, las obsesiones, los celos, la discapacidad, la invidencia por accidente, la pérdida, el paso del tiempo, la supervivencia, la resistencia, la enfermedad, la muerte.
La banda sonora, de Alberto Iglesias (“Volver”, 2006), consta de 25 cortes, que aportan una música dramática, pausada, profunda y breve, de excelente factura. Como música añadida adaptada composiciones a tono con el argumento o el clima de la escena (“A ciegas”, “Werewolf”, “Vitamin C”...). La fotografía, de Rodrigo Prieto (“Brokeback Mountain”, 2005), en color, se adapta a la estética colorista, sensual y kitsch, rica en contrastes y próxima al arte pop, que tanto gusta a Almodóvar. Compone primeros planos para explicar los sentimientos de los personajes y hace uso de una notable profundidad de campo. Crea imágenes impactantes, de singular fuerza expresiva, como los amantes envueltos en las sábanas del lecho.
No es una obra maestra, ni es la mejor película de Almodóvar, pero para el que esto escribe es un trabajo entretenido, disfrutable, interesante y digno, que compone una buena película. Estará mejor o peor conseguida, pero no se puede negar que Almodóvar la ha trabajado con convicción, entrega, ansias de superación, deseos de experimentación y espíritu de exposición al riesgo.
Bibliografía
- José M. CAPARRÓS LERA, “Los abrazos rotos”, caparroscinema.blogspot.com, 5-V-2009.
- Alejandro G. CALVO, “Los abrazos rotos”, ‘Dirigido por’, nº 388, pág. 82-83, abril 2009.
- Carlos BOYERO, “Todo sobre los ‘Abrazos rotos’, lo último de Pedro Almodóvar”, ‘El País’ Suplemento de cultura, 18-III-2009.