Convengamos que la serie me resultó bastante atractiva, pero para ello debí obviar demasiadas situaciones que serían inviables en la vida real. Y además, como en la mayoría de las series de Netflix, creo que le sobran capítulos: la brevedad no es compatible con el negocio streaming. Por ejemplo, los últimos dos podrían resumirse en uno solo.
La gran protagonista de la serie no son los adolescentes sino la telefonía celular, sus aplicaciones de intercomunicación social y el GPS. Cada uno de los personajes principales dispone de tres o más móviles para poder desempeñar su papel. Hasta el punto de que el proxeneta adolescente maneja a las prostitutas y al matón protector por esa vía... y sin conocer a ninguno de sus interlocutores. Las circunstancias de las personas son permanentemente consecuencias de teléfonos móviles olvidados, robados, destruidos, copiados, etc. etc., sin ello no habría historia para contar.
En cuanto al tema central de la serie, el proxenetismo, hay que hacer un esfuerzo para creerse que un adolescente tímido, taciturno, hasta un poco tonto por momentos (exaspera cuando demora varios segundos en responder incluso preguntas nimias), sea quien lleve adelante en soledad semejante negocio que, como sabernos, está reservado habitualmente para mafias muy bien organizadas.
Un tema que forma parte secundaria de la historia es el del bulliyng, que, llevado a extremos de cuasi esclavitud, curiosamente no es apropiadamente advertido por las autoridades de la escuela.
En fin, que hasta el 4to. o 5to. capítulo, y con las reservas apuntadas, me entretuvo mucho, luego comenzó a aburrirme hasta el 9no., en que se da la primera parte del desenlace (con algunas situaciones inverosímiles), preparando el final definitivo en el 10mo., que cierra bastante bien.