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Voto de José (FullPush):
9
7,9
14.850
Ciencia ficción. Drama. Intriga
En un lugar de Rusia llamado "La Zona", hace algunos años se estrelló un meteorito. A pesar de que el acceso a este lugar está prohibido, los "stalkers" se dedican a guiar a quienes se atreven a aventurarse en este inquietante paraje. (FILMAFFINITY)
3 de noviembre de 2011
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta ciertamente revelador que prácticamente todas las críticas positivas que atesora esta película del señor Tarkovsky se vayan por los cerros de Úbeda cuando de analizar de forma clara, diáfana, sesuda y prosaica los aciertos de tan arriesgada y ambiciosa propuesta se trata. No los culpo, para nada; de hecho, es casi mi deber moral el advertir, o subrayar más bien, que o te encuentras entre ellos o las vas a pasar putas. A saber: el director ya mencionado, adalid de la intelectualidad y sueño erótico de gafapastas de cualquier edad y condición; 160 minutos de planos laaaargos y escenas de escaso movimiento más allá de la contemplación; versión original en ruso y subtitulada (no hubo quien le echara huevos suficientes en el doblaje, te dices); todo un viaje iniciático a tres bandas en pos del autodescubrimiento y la razón del hombre, sus misterios y esperanzas, su esencia oscura y su temblorosa llama interna, acaso apagada por el soplo de unos vientos que no trajeron más cambio que la angustia, y la muerte en vida.
Y es que ya lo anticipa 'El escritor', "nadie cree ya en aquellos cuentos donde lo inexplicable y lo misterioso se dan la mano representados por platillos volantes o poderes telequinéticos". O algo así. No importa, el mensaje nos llega cristalino. ¿Que el periplo aventurero podría haber sido un poquito más frenético? Pues sí. Pero la belleza y la poesía que destila no tienen nada de impostadas. Si no, una de dos, o aquí hay quien esnifa tiza en cantidades industriales o lamer culos consagrados es señal de pedigrí... no nos engañemos, ambas excusas están ya más que manidas. Si 'Stalker' evoca abstracciones corpóreas debe tener algo de arte. De lo que yo considero como arte, al menos. De lo que para mí debiera ser el arte: trascender el infinito.
Es cierto que es una obra jodida de ver y de asimilar, mas en ningún caso me ha parecido, por esta vez, ningún suplicio ni martirio como espectador. Es más, mis ojos no podían estar más abiertos ni mi cuerpo más receptivo para lo que fuera que el director, con ese misterio (sincero) que le caracteriza, quisiera contarme, o sugerirme, de acuerdo, casi mejor me lo ponen. Ha habido momentos en que yo mismo he vagado por La Zona en busca de respuestas o clavos ardiendo con que chamuscarme el miedo, con que sacudirme la insignificancia y esculpir junto con él metraje y su sentido, al margen de los gritos del tiempo y sus elipsis, o treguas. O silencios. Quizá mensajeros del desastre y la pérdida de fe. Quizá sólo huecos que están ahí para que seamos nosotros, en nuestro razonar o en nuestros delirios, quienes los rellenemos.
(...)
Y es que ya lo anticipa 'El escritor', "nadie cree ya en aquellos cuentos donde lo inexplicable y lo misterioso se dan la mano representados por platillos volantes o poderes telequinéticos". O algo así. No importa, el mensaje nos llega cristalino. ¿Que el periplo aventurero podría haber sido un poquito más frenético? Pues sí. Pero la belleza y la poesía que destila no tienen nada de impostadas. Si no, una de dos, o aquí hay quien esnifa tiza en cantidades industriales o lamer culos consagrados es señal de pedigrí... no nos engañemos, ambas excusas están ya más que manidas. Si 'Stalker' evoca abstracciones corpóreas debe tener algo de arte. De lo que yo considero como arte, al menos. De lo que para mí debiera ser el arte: trascender el infinito.
Es cierto que es una obra jodida de ver y de asimilar, mas en ningún caso me ha parecido, por esta vez, ningún suplicio ni martirio como espectador. Es más, mis ojos no podían estar más abiertos ni mi cuerpo más receptivo para lo que fuera que el director, con ese misterio (sincero) que le caracteriza, quisiera contarme, o sugerirme, de acuerdo, casi mejor me lo ponen. Ha habido momentos en que yo mismo he vagado por La Zona en busca de respuestas o clavos ardiendo con que chamuscarme el miedo, con que sacudirme la insignificancia y esculpir junto con él metraje y su sentido, al margen de los gritos del tiempo y sus elipsis, o treguas. O silencios. Quizá mensajeros del desastre y la pérdida de fe. Quizá sólo huecos que están ahí para que seamos nosotros, en nuestro razonar o en nuestros delirios, quienes los rellenemos.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
¿Qué es, pues, 'Stalker'? Una obra notable.
Un cuento susurrado entre parábolas.
El mundo creado en siete días.
Una torre de Babel que roza el cielo.
Un San Pedro caminando sobre el agua.
Un Cristo apaleado que te sostiene la mirada.
Un perro vagabundo que te lame las heridas.
El Maná de toda una generación de descreídos.
Un arma, una estampa de la Virgen y una jeringuilla carcomidas por los años.
Es una plurisignificación de realidades en distintos puntos de vista fascinante.
Es dejar atrás la tierra estéril y seguir a aquel que llaman maestro.
Es el hijo pródigo, que vuelve a casa.
O un desheredado al que claman dichoso, oh, las bienaventuranzas.
Es un hombre viejo en el espíritu, cansado de visitas guiadas hasta el Paraíso.
Es ese mismo hombre en un país de ciegos, su patria.
Es un pescador echando las redes contra el viento y la marea.
O un Lázaro que se levanta de su tumba.
Es la oveja perdida y el que invirtió como debía sus talentos.
Es un mundo sin relojes preocupado por las horas. Su vacío.
Es una niña con poderes telepáticos y un baño de color para una ciudad gris de factorías y nubes negras que se enredan en el alma. Es la zarza ardiente y el espino.
Es un rayo de esperanza. O una gota más para tu vaso de amargura.
Es algo que, sencillamente, ni soñaste que existía. Acaso no lo vieras.
Acaso no haya nada que ver. Acaso el arte no tenga sitio aquí y tantos se equivoquen.
Acaso Tarkovsky únicamente viera la muerte cada vez más cerca y quisiera asegurarse su lugar entre nosotros a la hora de partir. Por si ningún Dios salía al paso a recibirle.
Como diciendo "yo estuve aquí, he ahí mi santo y seña: inescrutables".
Salvo que sientas. Y sufras. Y dudes. Y entres. Y creas.
Un cuento susurrado entre parábolas.
El mundo creado en siete días.
Una torre de Babel que roza el cielo.
Un San Pedro caminando sobre el agua.
Un Cristo apaleado que te sostiene la mirada.
Un perro vagabundo que te lame las heridas.
El Maná de toda una generación de descreídos.
Un arma, una estampa de la Virgen y una jeringuilla carcomidas por los años.
Es una plurisignificación de realidades en distintos puntos de vista fascinante.
Es dejar atrás la tierra estéril y seguir a aquel que llaman maestro.
Es el hijo pródigo, que vuelve a casa.
O un desheredado al que claman dichoso, oh, las bienaventuranzas.
Es un hombre viejo en el espíritu, cansado de visitas guiadas hasta el Paraíso.
Es ese mismo hombre en un país de ciegos, su patria.
Es un pescador echando las redes contra el viento y la marea.
O un Lázaro que se levanta de su tumba.
Es la oveja perdida y el que invirtió como debía sus talentos.
Es un mundo sin relojes preocupado por las horas. Su vacío.
Es una niña con poderes telepáticos y un baño de color para una ciudad gris de factorías y nubes negras que se enredan en el alma. Es la zarza ardiente y el espino.
Es un rayo de esperanza. O una gota más para tu vaso de amargura.
Es algo que, sencillamente, ni soñaste que existía. Acaso no lo vieras.
Acaso no haya nada que ver. Acaso el arte no tenga sitio aquí y tantos se equivoquen.
Acaso Tarkovsky únicamente viera la muerte cada vez más cerca y quisiera asegurarse su lugar entre nosotros a la hora de partir. Por si ningún Dios salía al paso a recibirle.
Como diciendo "yo estuve aquí, he ahí mi santo y seña: inescrutables".
Salvo que sientas. Y sufras. Y dudes. Y entres. Y creas.