¿No lo creen? Pues no, al parecer no, vistas las pasiones que despierta esta mi segunda aproximación al cine de Kurosawa. Que no digo yo que la cinta sea mala, válgame Dios, pero que no consigo entender tantos halagos, vaya, no de forma tan unánime pareciéndome, como me parece, una cinta tan centrada en dejar huella (de manual, que se dice). Que sí, que el viejo es entrañable; que sí, que el mensaje de amor a la Naturaleza queda claro; que sí, que la amistad entre estos dos hombres tiene un algo de pureza; que sí, que los paisajes son la hostia y la dirección del maestro nipón mano de santo; que sí, que entiendo que el ritmo ha de ser el que es, contemplativo, para que las sales aromáticas surtan su efecto; pero que no, que no seré yo el que se arrodille, que esta peli, por desgracia, la he visto ya unas cuantas veces. Y sí, obviamente entiendo que eso no es culpa de nadie salvo del devenir de la Historia y la historia propia del cine, siempre retroalimentándose, haciendo nuevas viejas ideas (o intentándolo), normalmente sin suerte.

Pero una cosa es ser consciente de esto mismo, y otra muy distinta hacer de ello un axioma por el que barnizar un resultado correcto hasta convertirlo en diferente, único, haciendo de él un referente. Que no es que 'Dersu Uzala' carezca de madera para serlo, es sólo que la pira en que arden sus costuras la encuentro demasiado sazonada, siendo claros, que el proceso de encendido fue automático, dadas las argucias empleadas... Todo tan ostentoso y a la vez fingido, como si buscar la sencillez fuera disfrazar al personaje (no me llegan ni su halo ni su aliento, tan sólo veo trozos de carne recitando). Si además su discurso hará un tiempo largo que lo oí, el resultado viene a ser un déjà vu constante. Cosa que me importaría un poco menos de no ser porque en varias ocasiones la cinta roza peligrosamente el tedio y la desgana, sobre todo al final, tal es la acumulación de tópicos y la lentitud para plasmarlos en pantalla.

Lo siento de veras, pero no puedo evaluar algo desde una burbuja inexpugnable, dejando a un lado mis propios referentes, sean o no más o menos acertados, a mí me valen. No cuando semejante "obra maestra" me ha dejado tan jodidamente frío. Hay veces en que no bastan ni las buenas intenciones ni, como ya diría Tomine, los buenos sentimientos. Se necesita que éstos te traspasen y yo sigo en mi sitio, ajeno al drama, el encanto y la hermosura de esta historia, en efecto, redundante.