¿Cómo decirlo? No me ha gustado nada. Pero nada de nada. Hago balance y no alcanzo a dilucidar qué cojones me han contado, por lo que la cinta me ha parecido básicamente un coñazo. Mis disculpas. Los motivos son varios y muy personales, como siempre. Y es que al parecer soy el único que nota toda la película a destiempo. Porque lo soy, ¿no? Quiero decir, si no he conectado con ella en ningún momento se debe a tres factores, que son a) unas actuaciones de risa, así como suena, salvo la de la mujer, que algo de intensidad le pone (no puedo empatizar con unos tíos con semejante cara de peleles, sean chinos o guatemaltecos); b) los saltos continuos que da la trama sin aviso ni justificación estética o narrativa más que hacer avanzar la historia, por lo que yo los aprecio torpes, sin más; c) el ya mentado hecho de que todo sea a destiempo. Y me explico:

El inicio ya descoloca muy mucho: el protagonista es un completo idiota. Salto temporal. Toma el relevo entonces una desidia que lo inunda todo y una calma mal entendida que busca, digo yo, la fallida evocación y el lirismo sin poesía, pues no la veo en sus imágenes ni mucho menos en diálogos y acontecimientos. Comienza luego una avalancha de muertos, propios y extraños, y una situación política inestable: no la siento. Sus muertos no hablan ni transmiten desazón o sentimiento; vaya mierda de efectismo. Ya sea en el campo de batalla o en las mismas calles del principio, el tono es siempre indefinible, para mal. Los gestos de esa familia condenada por algún dios porculero distan mucho de conmover o encontrar implicación, al menos por mi parte. Todo sigue igual sin ser lo mismo; nada cambia y es todo distinto. Vivir, lo llaman algunos... Yo lo llamo empanamiento.

En fin, que me ha dejado igual que estaba.

PD. Fotografía y dirección, de tan clásicas, sólo duermen los sentidos.