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Voto de José (FullPush):
9
7,3
17.070
Drama
Rusty James (Matt Dillon) es un joven que sueña con volver a los tiempos de las pandillas juveniles para emular a su hermano mayor (Mickey Rourke), que en su día fue líder de una de ellas y que arrastra una reputación de rebelde e intocable como "el chico de la moto". Pero ahora su hermano ya no está, pues hace dos meses que se marchó, y a Rusty le han citado para una pelea. (FILMAFFINITY)
10 de noviembre de 2010
21 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Título alternativo: aquellos maravillosos años 80.
Si existe algo bueno en equivocarse es la sorpresa, agradable a veces, que esto supone. La vida sería bastante aburrida sin ellas, mucho más si todo el mundo fuera bien encaminado y, por tanto, no se equivocara. Digo esto porque hace unos días escribí cierta crítica acerca del asco que me producía todo lo típicamente ochentero, y, fíjate tú, dos días después Coppola me plantaba esta maravilla en los morros y yo caía rendido. Paradójico teniendo en cuenta que lo aquí expuesto no es sino un retrato generacional de la, sorpresa, juventud de los 80.
Entre ustedes y yo les diré que dicho director ni me enamoró con El Padrino, ni con Apocalypse Now, ni mucho menos con Drácula... lo ha hecho ahora, cuando ya había desterrado cualquier tipo de esperanza de cascarle más de un 8 a un actualmente considerado dios del cine (no entraré al debate).
Sí diré, no obstante, que la labor de dirección que realiza en esta obra es sencillamente magistral, apabullante, deliciosa, rompedora, impecable, ¿sigo? La transición entre escenas es perfecta, el ritmo narrativo de una precisión quirúrjica, la fotografía impresionante, y el estilo rebuscado y artificioso, como le critican algunos, no deja de ser un rasgo propio que aleja a la película de todo lo que haya podido ver hasta ahora. Aunque sólo fuera por el acabado visual merecería la pena, pues es inmejorable.
Luego, siguiendo la estela maestra de Coppola, tenemos a un jovencísimo Matt Dillon que se desenvuelve como pez en el agua (nunca mejor dicho), al igual que el resto de sus jóvenes compañeros de reparto. No obstante, en un nivel superior está, cómo no, Mickey Rourke, caracterizando a uno de los más carismáticos personajes que recuerdo, de una ambigüedad y un encanto indescriptibles, de una profundidad y un misticismo arrebatadores. La cinta es suya, y se nota. Cada vez que entra a escena llena él solito la pantalla.
Por último, el mensaje... aquí es donde entran las interpretaciones personales y la creatividad de cada uno, pues no está muy mascado. En cualquier caso, no creo que deje a nadie indiferente. A ver qué se me ocurre (spoiler).
Si existe algo bueno en equivocarse es la sorpresa, agradable a veces, que esto supone. La vida sería bastante aburrida sin ellas, mucho más si todo el mundo fuera bien encaminado y, por tanto, no se equivocara. Digo esto porque hace unos días escribí cierta crítica acerca del asco que me producía todo lo típicamente ochentero, y, fíjate tú, dos días después Coppola me plantaba esta maravilla en los morros y yo caía rendido. Paradójico teniendo en cuenta que lo aquí expuesto no es sino un retrato generacional de la, sorpresa, juventud de los 80.
Entre ustedes y yo les diré que dicho director ni me enamoró con El Padrino, ni con Apocalypse Now, ni mucho menos con Drácula... lo ha hecho ahora, cuando ya había desterrado cualquier tipo de esperanza de cascarle más de un 8 a un actualmente considerado dios del cine (no entraré al debate).
Sí diré, no obstante, que la labor de dirección que realiza en esta obra es sencillamente magistral, apabullante, deliciosa, rompedora, impecable, ¿sigo? La transición entre escenas es perfecta, el ritmo narrativo de una precisión quirúrjica, la fotografía impresionante, y el estilo rebuscado y artificioso, como le critican algunos, no deja de ser un rasgo propio que aleja a la película de todo lo que haya podido ver hasta ahora. Aunque sólo fuera por el acabado visual merecería la pena, pues es inmejorable.
Luego, siguiendo la estela maestra de Coppola, tenemos a un jovencísimo Matt Dillon que se desenvuelve como pez en el agua (nunca mejor dicho), al igual que el resto de sus jóvenes compañeros de reparto. No obstante, en un nivel superior está, cómo no, Mickey Rourke, caracterizando a uno de los más carismáticos personajes que recuerdo, de una ambigüedad y un encanto indescriptibles, de una profundidad y un misticismo arrebatadores. La cinta es suya, y se nota. Cada vez que entra a escena llena él solito la pantalla.
Por último, el mensaje... aquí es donde entran las interpretaciones personales y la creatividad de cada uno, pues no está muy mascado. En cualquier caso, no creo que deje a nadie indiferente. A ver qué se me ocurre (spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Eran dos hermanos. Uno mayor que otro. Los dos ambiciosos y con ganas de comerse el mundo; jóvenes, al fin y al cabo. El mayor creó el mito: The Motorcycle Boy. Y desapareció. El otro intentó seguirle, pero carecía de la habilidad seductora del primero. Comenzó, pues, a añorar tiempos pasados; momentos que quedaron lejos, ahogados por el recuerdo, el alcohol y la estela de un tubo de escape. The Motorcycle Boy partió en busca de respuestas; quiso conocer California; ver el mar; y a su madre. Y la vio. Y se dijo que era hermosa. Y que se parecía a su hermano. Decidió entonces volver, a su tierra, a sus calles: tenía una lección que enseñar. Sabía que lo que define el mundo no es el pasado, sino el futuro. Sabía que le debía a su hermano un legado mejor, más allá de puñetazos y disputas por la nada más absoluta. Sabía que se lo debía también a su padre, un tipo débil entregado a la bebida. Y es por eso que los dos hermanos, el mito y su sucesor, caminaron dejando lejos sus peceras y sus muros, en busca de un aire más puro del que respirar. Uno por medio del sacrificio; el otro bajo esta negra visión. The Motorcycle Boy murió a la orilla de un río, pero jamás llegó a ver el mar. Rusty James partió, como él, no sabemos dónde, ni por qué, ni cuándo volverá... ni qué lecciones serán las que traiga a su regreso. El futuro nos dirá.
Eran dos hermanos. Uno mayor que otro. Los dos ambiciosos y con ganas de comerse el mundo. Como peces de colores combatiendo el blanco y negro.
-Qué metáfora más bella, cojones.
Eran dos hermanos. Uno mayor que otro. Los dos ambiciosos y con ganas de comerse el mundo. Como peces de colores combatiendo el blanco y negro.
-Qué metáfora más bella, cojones.