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México México · Ciudad de México
Voto de Omar Saldivar:
1
Serie de TV. Comedia. Drama Serie de TV (2021). 6 episodios. “Roberto, ¿tú eres marica?” Bea, su mejor y única amiga, es la que pregunta a un Roberto de 12 años, desencadenando una búsqueda de identidad que se alargará hasta diez años más tarde, cuando en Chueca y con vocación de ser escritor, intentará reformular su vida intentando responderse a la pregunta de quién es y cómo ser feliz en un mundo tan hostil. Bob Pop realiza su primera incursión en la creación de ... [+]
29 de junio de 2021
29 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una pésima serie autobiográfica que ha sido sobreestimada por muchos.

Pareciera que quienes la alaban se plantean: "¿Cómo criticar la buena intención de Bob Pop en su primera serie como creador? Encima, si critico esta infumable serie, me tacharán de homofóbico... Mejor diré que es sublime, encantadora y buenísima".

La trama es inconexa, sin un hilo argumental y con muchos huecos que el espectador fatiga para llenar.

Bob Pop quiso crear su propia "Veneno", pero sin éxito. Tal vez como escritor es bueno, pero como creador de series no. Eso que se lo deje a los especialistas como los Javis.

Los personajes son planos, sin matices ni desarrollo. Todos maniqueos: la madre, loca y mala; el padre, ruin y perverso. Vamos, el mismo protagonista es una prolongación de su yo infantil todo el tiempo: inocentón, ingenuo, tierno y sumamente pusilánime. Roberto nunca aprende de sus experiencias y siempre está sometido a los avatares del destino. Por eso es un personaje pasivo cuyas decisiones no hacen avanzar la historia.

¿Es una historia argumental? No. "Maricón Perdido" es una colección de recuerdos amañados incoherente y lacrimógena. Una escena no justifica la siguiente, y se llega a momentos que no guardan antecedente con lo anteriormente narrado. Por eso es un collage o "álbum" de fotos sin orden ni concatenación.

La producción deja mucho qué desear: escenarios "naturales" vacíos, sin personalidad; habitaciones acartonadas, exteriores sin identidad.

Sobre todo, el sabor que deja es de un victimismo arraigado y extremo. Más que empatizar con el protagonista, uno llega a tenerle lástima. Es profundo el sentimiento de pena ajena que se fragua en el espectador al ver esa desordena colección de recuerdos donde Roberto siempre sufre a manos de otros: su madre, sus compañeros de escuela, el violador del parque (a quién se le ocurre caminar a esas horas por ese sitio), el padre sin rostro, el chapero del sauna (¿de verdad hay gays tan ingenuos que no sepan lo del negocio de masajes en los saunas?). Roberto, siempre víctima, siempre ingenuo y sin carácter.

En fin, una pérdida de tiempo que muchos seguirán alabando de forma acrítica.
Omar Saldivar
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