Que uno de los mejores directores de Hollywood en activo tenga casi 90 años, es admirable y al mismo tiempo triste, porque uno sabe que como mucho le quedaran 2 o 3 películas más por dirigir, que por cierto aunque suene a lugar común, cada vez dirige mejor. Es increíble como un actor de spaghetti westerns, que comenzó su carrera como director haciendo thrillers irregulares, en los últimos 25 años en vez de decaer o retirarse como la mayoría, se dedicó a dirigir dramas increíbles y a consolidar un estilo donde se toma su tiempo para que cada personaje tenga su momento, con un estilo que recuerda al de los directores de la época clásica.
La película avanza en forma lenta, pero en ningún momento aburre, no tiene tiempos muertos, pero tampoco estridencias ni sordideces que tranquilamente podría haber metido siendo que el tema a tratar es el narco, por suerte Eastwood a pesar de tocar temas escabrosos lo hace siempre con altura, sin regodearse en golpes bajos innecesarios, privilegiando los diálogos y el ambiente por sobre el impacto.
Muy buenas interpretaciones de todos, pero destacaría a Diane Wiest, Andy García, y al propio Eastwood que si bien se podría decir que desde Gran Torino se interpreta a sí mismo, lo hace de una manera encantadora y añadiéndole una gran humanidad al personaje.