Lo que la diferencia de todas las demás películas que vinieron varias décadas después formaron el subgénero de la mujer psicópata, es que en todas esas se las vieron venir, acá no, es totalmente progresiva.
La historia juega todo el tiempo entre el culebrón, el thriller, el drama psicológico y con todos esos elementos logra que quede algo uniforme.
El ser en technicolor, cuando esta historia tenía todos los elementos para venderla como noir, ya que el noir es un poco como el peronismo, basta decir que lo es para serlo. En cambio elige una hermosa gama de colores en general pastel, cuando, en contraste con la historia que es un melodramón truculento.
Lo peor: la primera hora si bien es necesario para ver como va avanzada la obsesión de Ellen, puede resultar para muchas aburridas y cursi. Y algo de razón ahí ya que ates de que Ellen y Richard se casen no hay demasiado, pero era necesaria esa presentación de personajes.
Richard queda bastante ahí como el títere emocional de Ellen, probablemente haberle dado más profundidad.
Lo mejor: Gene Tierney está perfecta, no hace mojines, ni echa miradas matadoras, ni grita, todo lo contrario a lo que solían ser los villanos de la época. Si la comparamos por ejemplo con el personaje de Richard Widmark, Tommy Udo en El beso de la muerte, son totalmente opuestos, aunque ambos son iguales de siniestro, pero donde Tommy había impuso en Ellen hay cálculo, todo lo que hace está totalmente planeado.
Hace un retrato lo más profundo que una historia de género de la época permitía sobre una psicópata obsesiva.
La escena del lago entre ella y Danny es excelente, mucho más sutil de lo que se puede pensar para el cine de la época, lo que la vuelve mucho más perturbadora, no hay música, ni nada que indique el peligro.