Clouzot vuelve a su misantropía absoluta, en esta agria y aséptica película de espías.
Se podría decir que es todo lo contrario a las de Bond que vinieron después, todo es deprimente, angustiante, ridículo, pero no de una forma que resulte graciosa o mucho menos encantadora, sino patética y absurda, se podría decir kafkiana.
Lo peor: es demasiado larga. Vera Clouzot tiene un personaje que no agrega absolutamente nada, al contrario, sus escenas son las peores de la película, sobre todo la del final.
Alex también es un personaje imposible, no se entiende por qué tanta lealtad con el coronel Howar.
Lo mejor: que le saca todo el glamour que tenían en ese tiempo los espías, aco se los retrata como prisioneros, detrás de información para luego ya en un punto no saber qué hacer con ella. Un trabajo enloquecedor, automático, lúgubre y sórdido.