Una vez más, los hermanos Ethan y Joel Coen, se introducen en el terreno donde más cómodos se sienten: Reírse, y por momentos mofarse, de la misma muerte, una y otra vez. Lo han hecho en reiteradas ocasiones en su filmografía en diversos escenarios y variados contextos. Siempre en forma óptima.

Esta vez, con la singularidad de hacerlo 6 veces en el mismo largometraje. Porque en sus diferentes tonos y escalas de humor negro, las 6 historias vienen unidas por un hilo conductor (bien fino) que habla de la muerte. Muerte Injusta y justa, repentina y predecible, aletargada y abrupta.

Los Coen nos invitan a transitar por historias de humor, musical, dramas, comedia y por supuesto este toque absurdo de personajes insólitos que siempre acompañan sus historias. La variedad de escenarios y su respectiva fotografía son sensacionales y de un colorido excepcional.

Punto a parte y en forma de opinión personal. ¿Será ésta, una nueva tendencia de “aseriar” las películas, realizando en lugar de un largometraje, varios cortometrajes en uno que vayan (o no) unidos por un hilo conductor? Con el auge en vigencia de las series, es una fórmula con la que resulta difícil fracasar, aunque en mi parecer hace que la película pierda su verdadera esencia, independientemente de ser de buena calidad o no. Ya se vivió en Relatos Salvajes, entre otras tantas…