Espectacular entretenimiento digital, un super montaje sobre el mito, la existencia primitiva y otras criaturas de gran creatividad adornados por un intento de dotar al humano de ética y ambición, de contrarrestar dinero y arte, no es que sepa provocar encuentros emotivos entre ellos, sino entre la bella y la bestia, para que más, si el resto tiene una vitalidad continua en su desarrollo, una aventura con la mejor actriz para la ocasión, y para muchas otras ocasiones, con algún momento infantil fuera de la isla de la calavera, pero con gran poder amenazante en ella, el misterio se transforma fácilmente en peligro, un escenario con algunas técnicas que han envejecido mal, pero que mantiene en la épica y en la exagerada acción un producto a recordar.

El monstruo tiene una definición y ejecución en libertad dignas de la importancia que tiene en la historia del cine, armas, comida y munición para 24 horas, si te olvidas de buscar fallos, te puedes sumergir y hasta creer en misterios sin descubrir de este mundo, disfrutar de Kong y del resto de seres creados, por inverosímil que resulte, la estampida resuena al terminar la película, y también la relación entre la bella y la bestia, mal trabajado el apartado cine dentro de cine, más bien encaminado hacia la obsesión por encima de la expresión, pero que mantiene la motivación y sirve para contrarrestar el ego y el amor, si Jackson ya tiene autoridad para extralimitarse en su cine, por qué demonios no iba a hacerlo con esta historia?

El enorme poderío de sus imágenes no da lugar al aburrimiento ni en el final, porque además sabe llevar al gorila a la ciudad, contar la octava maravilla y mostrarla al público en depresión, sabe matar a la bestia como esclavo, sabe encontrar el equilibrio entre desmedido y ligero, y sabe aumentar si cabe el magnetismo de, quizás, el ser más influyente de la historia del cine, aunque el tiroteo sea reiterado, aunque la despedida esté ampliada, todo se permite, incluso que sea la belleza quien lo mate.