Es difícil admirar el cine de Almodóvar porque combina estilos y colores de manera que cuesta adaptarse a sus propósitos y sin embargo finalmente se convierte en cine didáctico, comparte su facilidad para hablarnos de las mujeres mezclando la franqueza de un profesor con el alma de un artista y, claro, los resultados parecen siempre difusos, esta vez conmigo ha conseguido que valga la pena, en lo que no hay discusión es en que todos discutimos sobre su forma de hacerlo.

Son personajes con dedicaciones a los que relaciona en diferentes grados de desesperación por lo que genera extraños sentimientos mientras hablan de sus pasados y sus fobias, unos en coma, otros aprendiendo a estar solos, otros con la oportunidad de no estarlo... la narración es original pero no me convence porque entre tanto dolor y recuerdo no veo un orden de conexión, quizás la vida tampoco lo tenga, pero yo reconozco que me puede y me cuesta seguir la evolución de la película, para mí es abstracta y desordenada: olvidar, despertar, superar, cuidar y llorar, todo a la vez, y la ciencia y la moral, y la casualidad y el amor y las orientaciones sexuales...

Además es muy repetitiva y con secuencias enteras de relleno que en la resolución igual toman cuerpo, pero por otro lado es incondicional e irreprochable en su modo de caracterizar un ser de actos recriminables desde su mentalidad y sus causas, también es atrevida, quizás mucho, a la vez que muestra la belleza de sus gentes repletas de sentimientos, lo duro que es un amor que acaba cuando todavía se está enamorado, pero más duro todavía cuando no se acaba o cuando se habla todo...

Un retrato siniestro de la vida vegetal, planes de boda criminales, la muerte y la soledad, un enfermo, un obseso, un psicópata visto desde su frente, de hecho apenas vemos al padre expresarse para juzgarlo, alguien que hable con ella, alguien que hable con él, él la despertó, nadie habló con él pero hablará con ella, hablar es sencillo, nada es sencillo, Marco y Alicia.