Cine de conceptos estrictos bajo la lógica de la moral impoluta, en un ambiente mucho más propicio para la expresión que la primera parte, reclutas y veteranos para dibujar la honestidad de un protagonista bajo roja sospecha, disciplina y habilidades, paciencia y sufrimiento, el código y la huida, el amor y la nostalgia sí que están introducidos de manera mucho más artificial que la anterior entrega, pero, junto con el personaje frágil, ayudan a introducir en el horror y algo en la pasión, para de este modo unir en medio del abuso.

Todo lo que ocurre proviene del alma implícita de un mundo mejor, buscando que la gente sea humana y las palabras sean hechos, es el camino hacia la bella tristeza eterna, un soldado no puede descansar nunca, honor y vergüenza, compasión y combate, rendición y abandono, castigo y reflexión, la conciencia finalmente se presenta como un mecanismo de acción reacción en busca de la redención, acto egoísta en sí, el planteamiento moral define el circulo vicioso de los sentimientos propios de los seres inteligentes hasta hacerlos caer en la venganza.

La película está concebida como ejemplo de conducta radical silenciosa, mano dura y amabilidad encuentran la controversia de comerse un zapato y jugarse el pellejo sin perder el espíritu de victoria y sin convertirse en un producto polémico, se mantiene viva porque contiene dilemas y obliga al espectador a entender decisiones que llevan a defender a un país o a sus personas, no huele a amor, pero tiene una tensión que ejecuta las ideas en el campo de batalla, se contiene de ser épica para centrarse en un gran film antimilitarista sobre el destino y la muerte en una secuencia final sin medios pero de gran calidad, que añade cargas sobre una vida de honor y barbaridades, "soy un demonio", una historia de supervivencia.