Una historia contada con delirios de grandeza, es un cuento cuyos personajes están demasiado exagerados, no consigue ser ese masaje en los pies que relaja cuando uno acude a este tipo de cintas para olvidar sus males, pero si ofrece una visión actual de la civilización y en concreto con el personaje principal sobre el pesimismo tallado en el dia a dia, en lo que fue y debió ser, en si somos afortunados por esto o por lo otro y en demostrar que la vida no es papel, nada está escrito.

Lo que ocurre es que los personajes son tas planos como fichas de parchís, y lógicamente estas fichas no tienen mucha vida, salen de un lugar para llegar a otro y si pueden se comen algo sin ser comidas... con lo que en muchos momentos la película no funciona, no tiene profundidad, se hace cansina porque algunos diálogos sobran y los personajes acaban por no tener carisma por sus interminables frases hechas, y eso que no se debe recurrir a los tópicos.

Cierto es que W. Allen mantiene su picante, se puede decir que la cinta lleva su sello pero sin actualizarse demasiado, que siempre se pasea por N.Y. y que la ciudad cambia a las personas o que las personas no deben buscar sus destinos sino que ya chocarán, un acto a favor de la esperanza tras tanto pesimismo... lo que ocurre es que ya no es el picante de antes, donde aparte de ser el primero en morder la manzana del pecado, este "chiquitín" nos dejaba numerosos detalles en forma de diálogos para el recuerdo.