La descripción de una catástrofe polar se cuenta desde la infancia de dos hermanastros y de la forma en la que se conocieron sus padres, unidos por infantiles mensajes de avioncitos de papel, conformando ciclos, la vida se divide en ellos, algunos para vivir rodeado y otros para vivir en la soledad, en esta historia implacable nada es para siempre, todo tiene una caducidad, es una lucha para que no se acabe el tanque de gasolina, un viaje de incógnitas donde la mente siempre está generando esas dudas existenciales en niños y adultos, conocer, experimentar, amar, sufrir, expresar y cerrar los ojos con fuerza para que todo cambie.

Así es la tragedia, la respuesta a tantas preguntas sobre amor, expresar por fuera lo que se siente por dentro, de eso se trata, de sentimientos de ida y vuelta, cambios de golpe, curiosidad, roce, encuentros y regalos, la película tiene la etiqueta ganada de auténtica desde el primer contacto de los niños hasta la segunda oportunidad de los adultos, siempre una película gana cuando es generacional y siempre es más apetecible cuando se asocia a otros elementos, el amor son ramas con contínuo y salvaje movimiento y la muerte son alimentos putrefactos.

El fuerte contacto con la naturaleza viene a ser más efectivo a la hora de transmitir los sentimientos puesto que el rodaje es lento, no siempre consigue ganarse las escenas que representa y algunas visiones me resultan tan confusas que a punto están de deformar el círculo, pero lo cierto es que trazan un viaje de no vuelta atrás en el intento de dibujar bichos raros y de repente se asiste a situaciones curiosas de hermanos y amantes con sus traumas y culpas, con la marcha, la huída y el abandono, y es que ella no cerró los ojos con fuerza.

Dos nombres capicuas que inventan un destino desean un encuentro, la vida son casualidades buenas y malas, tan cerca y tan lejos, llegar tarde, vidas destrozadas, es cine que no se corta en morir de amor, no hay nada en especial sino la intención de llegar a la proeza del transcurso del dolor, no hay más que otra casa que deja de ser hogar y de una apartada cabaña que pretende que el sol de la medianoche sea el testigo de la casualidad que nos pasamos toda la vida esperando, no es más que intentar que una historia de amor sea leyenda como lo es la guerra, el deporte o la naturaleza.

La leyenda de las cosas sin explicación en el escenario del círculo polar para conocer lo desconocido, la espera y los pálpitos en la noche de San Juan de día, son muchas vueltas, o quizás una incompleta, la vida es la unión de todo lo casual, la predisposición de "Los amantes del círculo polar" es cortar la rutina de la convivencia con magia y sentimientos llevándola al límite de nuestro propio planeta.