Cada cazarecompensas tiene sus armas, todos tienen su revólver con voz propia, son auténticas leyendas, pero cada uno tiene su propio camino, seas el bueno, el feo o el malo, todos tienen un único objetivo, los dólares, sin son de oro mejor; y todos son sucios, no hay escrúpulos, porque el que tiene un momento para la humildad, acto seguido muerde el polvo.

Bajo escenarios inhabitables para seres mediocres, la profesión del dólar continúa en esta última parte de la mejor trilogía de la historia, con duelos inigualables en cualquier categoría del cine, una trama con transfondo, caminos que entrecruzan una y otra vez a sus protagonistas, la aportación del género bélico como contexto añadido a la magia del western, con su denuncia implícita al ejército o a las condiciones en las que luchaban, esta tercera parte tiene un mayor contenido humorístico, todo es más exagerado y demasiado casual, viene a ser como un juego más que como una forma de vida, pero nunca abandona a la seriedad del buen cine, de ese al que se recurre cuando lo actúal no estimula... dónde ha quedado esa fotografía, dirección, actuaciones, acción y, como no, música??...

La búsqueda de un nombre sobre una tumba muestra una historia de recompensas y venganzas, de egos y falsedades y retrata a tres personajes de manera tajante, huyendo de convenciones, cada plano delata sus propósitos, esto es auténtico cine, el mundo se divide en dos categorias, los que saben apreciar lo bueno y los que viven en la ignorancia.