Interesante relato de profundo (quizás demasiado) humanismo, que se desarrolla en tiempo y espacios dentro del género de la ciencia ficción o quien sabe si de una anticipación más cercana de lo que pensamos.
La puesta en escena de Claire Denis, en cuanto a decorados y todo lo que supone la dirección artística, es modesta, casi de andar por casa en algunos elementos, pero es lo que le interesa a Denis es la historia, una historia llena de violencia y desesperación, a la par que de sexo o para mejor decir deseos incontrolados que no necesariamente son manifestaciones de amor y cariño.
Pero también el amor y sentido de la responsabilidad tienen lugar, con la aparición del único personaje totalmente positivo del filme.
La película es muy irregular en su ritmo, va como dando tumbos, por lo que no se puede decir que el guión esté bien desarrollado, pero hay suficientes elementos de interés como para no perderle la cara y verla con mucha curiosidad. Así podemos contemplar varias escenas creo que bastante conseguidas, algunas muy duras, otras orgasmáticas y hacia el final llenas de verdadero afecto paterno-filial, que ponen de manifiesto que el ser humano, aún habiendo cometido errores muy graves en el pasado, puede redimirse.
A mí, personalmente, no me ha aburrido la cinta, aunque sí que lo hizo a varios de los amigos que la vieron conmigo en el pasado Festival de Cine Internacional de Donostia/San Sebastián 2018. Quizás esperaban demasiado.

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