Buena película colombiana que sorprende por cuanto comienza siendo una cinta costumbrista, narrando formas y costumbres ancestrales de vida, de personas indígenas de La Guajira, Colombia, para acabar siendo un muy cruel y despiado thriller con mucha violencia.
La pareja de realizadores, Ciro Guerra y Cristina Gallego se toman su tiempo para que el espectador conozca bien a los personajes, sus deseos, anhelos, sueños y ambiciones. Y esta primera parte es muy importante para que veamos los caminos que van tomando, sus grandes e irreversibles decisiones, que les convierten en seres muy distintos a los que en un comienzo fueron, gentes de bien, humildes, trabajadores, que buscaban tener un trabajo y familia, tierras, ganado para vivir honradamente.
Pero en esto que aparece la droga, la marihuana en este caso, como medio para obtener las pocas cosas que ansiaba el protagonista y que se le negaba por ser pobre, básicamente.
Muy buena fotografía, excelentes interpretaciones, diálogos cortantes, lacerantes, violencia gráfica (tiene las constantes de un buen western) y un clímax de degradación moral que puede alcanzar incluso a los más inocentes, que deberán pagar por los pecados de sus padres y/o familiares más directos.
Buen pulso narrativo, interés creciente pese a su larga duración y ritmo constante, hacen de "Pájaros de verano" una disfrutable película llena de logros, que resulta, lógicamente y por mor de la historia que narra, muy dura, pero que cinematográficamente deja un muy buen sabor de boca, haciéndola recomendable.