Basado en el cuento de H.P. Lovecraft "Herbert West", se trata de una cinta ya mítica dentro del cine de horror-terror-fantástico, más o menos moderno.
Es muy entretenida y gustó mucho a los espectadores de la época por la bastante conseguida mezcla de horror y humor negro-negrísimo.
Los efectos especiales, imprescindibles en este género, son estupendos y las interpretaciones entusiastas.
La dirección de Stuart Gordon, que quedó encantado con la buena acogida de su película en España, y en particular en tierras catalanas, es competente.
Una película que, quizás, vista ahora (2017) pudiera parecer a las nuevas generaciones una chorrada (creo que no), pero en aquellos tiempos estuvo bastante bien al romper algunos moldes y prejuicios. Creo que hay que darle el valor que se merece.
Obtuvo, en su día, varios premios en certámenes internacionales, entre los que se pueden destacar el de mejor film en el Festival de Sitges en el año 1985, o el también mejor film, amén de mejores efectos especiales (Anthony Doublin), en el Fantafestival del año 1986.

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