"Emily en París" es un soplo de aire fresco dentro de la tv actual, una serie que no se toma en serio y que se ríe de los estereotipos tanto americanos como franceses, con un argumento liviano y francamente entretenido, en el que me he vuelto a sumergir en mi etapa francesa, cuando yo también decidí cambiar de vida, dejar mi Cádiz natal y trasladarme a la capital francesa.

Es cierto que la serie es superficial y que no muestra en absoluto la realidad de la ciudad de las luces, pero hay que reconocerle que es divertida, con esos malentendidos a la hora de hablar el idioma y ese tira y afloja cultural entre la protagonista americana y sus compañeros gabachos.

Como Emily tenemos a la hija del cantante Phil Collins, una Lily Collins que cada día se parece más a la delicada Audrey Hepburn, una actriz que enamora a la cámara cada vez que sale y que está perfecta como esa americana pija que viene a enseñarles a sus colegas franceses cómo se hacen las cosas en el mundo del marketing.

Junto a ella, una interesante Philippine Leroy-Beaulieu y unas divertidas Ashley Park y Camille Razat, así como un más que atractivo y correcto Lucas Bravo, un bombón de actor que interpreta aquí al interés amoroso de la protagonista.

La ropa es impresionante y París es una protagonista más en la serie, siendo una delicia ver cada lugar emblemático de esta bella ciudad, idealmente fotografiado en la serie. La música también está francamente bien, con temas musicales perfectamente escogidos para cada secuencia.

Para los que somos seguidores de la serie "Anatomía de Grey" es un placer ver, de nuevo, a la actriz Kate Walsh en la pequeña pantalla, francamente hilarante en su papel de jefa americana de la protagonista.

Un saludo,
Tess