Lo primero que se me viene a la cabeza después de ver esta película es que es muy pero que muy rara. Para poder disfrutarla hay que dejarse llevar donde quiera el director, y no tomársela muy en serio, porque en el transcurso de la misma se quedan, para mi gusto, demasiadas cosas sin explicar y éso hace que pierda algo de sentido. Con unas localizaciones impresionantes de la hermosa ciudad de Praga, ciudad que parece gustar a los directores, ya que no es la primera vez que sirve como localización en una película, la historia reúne a una serie de personajes a cual más raro. La mejor baza que tiene esta película es, sin duda, el buen hacer de sus actores, sobre todo de una Rachel Weisz a la que todavía no he visto en una mala actuación, actriz que se convirtió hace ya tiempo en una de mis debilidades y a la que podremos ver ya mismo en lo último y esperado de Amenábar, esa "Agora" que tiene muy buena pinta. La Weisz se come literalmente la pantalla cada vez que sale y es el alma motor de la peli. Junto a ella, un flojo Adrien Brody. El ex de la Pataki demostró en "El pianista" ser un actor más que interesante, pero aquí no me ha llegado en absoluto, le veo desganado y poco metido en su papel. No se puede decir lo mismo de otro de los actores a los que suelo seguir, Mark Ruffalo, quién está perfecto en su papel de timador descarado. La cuarta en discordia es la interesante actriz japonesa Rinko Kikuchi, la actriz elegida por Isabel Coixet para protagonizar su última película, "Mapa de los sonidos de Tokio", una actriz que creo que dará mucho que hablar en un futuro. La banda sonora está conseguida y la fotografía es realmente buena, pero pienso que no es una película para tomársela muy en serio.