Esta película podría haber sido todo un espectáculo si se hubiera hecho mucho más hincapié en la difícil relación de Carrie Fisher, actriz que escribe el guión de la misma basándose en su autobiografía, con las drogas y si hubiera hecho más sangre con la tensa relación de amor y odio con su madre, la también actriz Debbie Reynolds. Ésta quiso ser la encargada de interpretarse a sí misma en la película pero el director, Mike Nichols, tenía muy claro que quería a la gran Shirley Maclaine para él. Pero creo que Nichols, que me parece un director maravilloso, pasó muy suavemente por estos problemas y acabó haciendo una película mucho más blanda y con menos mala leche de lo que podría haber sido.

Lo mejor de "Postales desde el filo" es, sin duda, el magistral enfrentamiento en pantalla de dos todo terrenos que se comen la cámara cada vez que salen como son la veterana Shirley Maclaine y la no menos veterana ya Meryl Streep. Es esta última la que tiene más minutos en pantalla, la protagonista principal, la que encarna al Carrie Fisher aunque no tenga ningún parecido físico y sea aquí un poco más mayor de lo que Fisher era cuando tuvo que ser ingresada en un centro de desintoxicación, y la actriz lo aprovecha al máximo.

Maclaine es más secundaria pero brilla por sí sola, con sus preciosas piernas, con esa escena en la que las luces mientras canta de interpreta uno de sus antiguos números musicales, es la personificación de esa Debbie Reynolds no tan cándida como nos podría parecer en sus actuaciones en el cine. Ambas están simplemente magníficas y es todo un lujo tener esta película para el recuerdo de ambas.

Junto a ellas, un guapísimo Dennis Quaid, un desaprovechado Gene Hackman que basó su actuación en la figura de un director como Richard Donner, al que él conocía muy bien por haberle dirigido en "Superman, y un correcto Richard Dreyfuss. También vemos a una joven Annette Bening en un pequeñito papel mucho antes de que se convirtiera en la cuñada de Shirley Maclaine.