La verdad es que lo que me atrajo de esta pequeña película prácticamente desconocida por aquí era el delicado tema que trata, el tema del virus del sida, y el interesante conjunto de actrices con las que contó su director, un Thom Fitzgerald al que le puede ir bien en el ambiente televisivo pero al que pienso que se le queda algo grande el cinematográfico, porque esta película que creo que llegó a estrenarse en nuestros cines debería de haber salido directamente para la televisión. Aún así, es de elogiar las buenas intenciones del director tratando un tema serio y al que quizás no se le dé últimamente la importancia que realmente tiene. El resultado final de la cinta es bastante flojo, en mi humilde opinión. Las historias no mantienen el interés que merece un tema como el que tratan, se hace larga y pesada y no aprovecha a su correcto casting. La primera historia está ambientada en China y su protagonista es la televisiva Lucy Liu, quien no me ha convencido en absoluto, su forma de actuar no me parece creíble y no logro conectar con ella, dejándome su historia totalmente indiferente. La segunda cuenta con una interesante actriz, Stockard Channing, la única que consigue que mi interés despierte un poco, aunque la forma de actuar de su personaje me parece deleznable y asquerosa, la actriz, con su buen hacer, consigue que me enfade por la forma de comportarse esa madre a la que interpreta. La tercera historia es la que más me ha gustado, sin duda, y sin ser brillante sí que ha conseguido que me identifique con su principal protagonista, una Chloë Sevigny espléndida, la mejor de todo el casting con diferencia. Su papel de religiosa es de lo mejorcito del film. Junto a ella, una veterana como es Olympia Dukakis, en un pequeño papel, y Sandra Oh, con un papel demasiado secundario.