¿Un cuento para adultos contado por especialistas del vestuario, de la caracterización y… y… demás cosas? ¿Por qué no?
Pues abre el cuentecito y admira los espléndidos dibujos de los personajes, del malo malvado y de los monstruos que se esconden por las profundidades del bosque dispuestos a comerte como les des la lata. Ojalá se coman de una vez a los domingueros, a los conductores de los 4x4 haciendo el borrico que no faltan, a moteros que irrumpen con sus ruidos la paz del campo, a pescadores guarros que dejan la basura a orillas de los ríos trucheros y de los pantanos… A esos se tenían que comer. El bosque para los caminantes y los poetas.

Sigamos con el cuento. El malo es un lobo; es el lobo del bosque… Un malvado muy grande. El malo del cuento es un malo terrible muy bien dibujado pero, PERO … Lamentablemente falla en eso de que mate de forma tan gratuita. Alguna tontería pseudonosequé tenía que haber. Mata con su pistola sin piedad alguna a un padre y a un hijo, y… Pero eso no da miedo. Da muchas cosas pero miedo no. Error de bulto en la narración.

En cambio sí da miedo, y mucho, con el detalle de mirar el reloj murmurando que su mujer llega tarde 15 minutos. Ahí sí que da miedo. Están muy aislados… Es lógico que su mujer pueda llegar un poco tarde, hay que ser más compresivo. Pero el tío se ha mosqueado ya. Le molesta que llegue tarde su mujer. No atiende a razones. Eso sí asusta. Así es cómo deben contarse las cosas, con ese tipo de detalles… Así se crea a un personaje. No de forma tan simplona y facilona como la de matar a un padre y a un hijo de un tiro y por las buenas.

Y Caperucita se adentra por el bosque encantado…