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Voto de floïd blue:
10
8,2
29.150
Intriga. Thriller
Tony Wendice (Ray Milland), un frío y calculador tenista retirado, planea asesinar a su bella y rica esposa (Grace Kelly) porque sospecha que le es infiel, pero sobre todo porque desea heredar su gran fortuna. Para llevar a cabo su plan, chantajea a un antiguo compañero de universidad y lo convence para que, en su ausencia, entre en la casa y mate a su mujer. (FILMAFFINITY)
10 de octubre de 2012
36 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo esta película desde la niñez. Me acuerdo de la seriedad con la que la vi y, sin duda, es una de las películas que hicieron nacer la gran afición que tengo al cine. Con el paso del tiempo sigues sin perder un ápice de atención en los detalles que van sucediendo.
Alguien dice que Ray Milland no da el tipo de tenista. Con un poco de perspectiva cronológica es fácil deducir que Ray Milland no era un tenista a lo Rafa Nadal, sino de aquellos tiempos, más del tipo de Andrés Gimeno. Entonces se jugaba siempre de blanco con pantalones muy cortos, vestir con colores era una falta de educación; y no se jaleaban los tanteos.
A pesar de este inciso la película en todo lo demás es atemporal e imperecedera; nunca envejecerá como no puede envejecer la figura de un sheriff del Far West, por ejemplo. Es una obra clásica.
Así llegamos a la tensión. Hitchcock plasma la tensión en imágenes, la expectación en imágenes. Ello se debe al magnetismo de la acción, a los actores en estado de gracia y a la atmósfera del apartamento.
La trama magnetiza, es sencilla y es complicada. Tiene su universo. Es tan atrayente que el mismo Hitchcock quiere entrar en él y para ello sale en la fotografía con Ray Milland y el hombre que fumaba puros. Para entonces el espectador forma parte ya de la trama; nos preocupan las tijeras, las botellas de licor, todo… En especial… las llaves. Hitchcock parece que quiere hacer un juego de magia con las llaves y no puedes resistirlo… estás hipnotizado y nunca olvidarás ese juego de mira por aquí, mira por allá...
Alguien dice que Ray Milland no da el tipo de tenista. Con un poco de perspectiva cronológica es fácil deducir que Ray Milland no era un tenista a lo Rafa Nadal, sino de aquellos tiempos, más del tipo de Andrés Gimeno. Entonces se jugaba siempre de blanco con pantalones muy cortos, vestir con colores era una falta de educación; y no se jaleaban los tanteos.
A pesar de este inciso la película en todo lo demás es atemporal e imperecedera; nunca envejecerá como no puede envejecer la figura de un sheriff del Far West, por ejemplo. Es una obra clásica.
Así llegamos a la tensión. Hitchcock plasma la tensión en imágenes, la expectación en imágenes. Ello se debe al magnetismo de la acción, a los actores en estado de gracia y a la atmósfera del apartamento.
La trama magnetiza, es sencilla y es complicada. Tiene su universo. Es tan atrayente que el mismo Hitchcock quiere entrar en él y para ello sale en la fotografía con Ray Milland y el hombre que fumaba puros. Para entonces el espectador forma parte ya de la trama; nos preocupan las tijeras, las botellas de licor, todo… En especial… las llaves. Hitchcock parece que quiere hacer un juego de magia con las llaves y no puedes resistirlo… estás hipnotizado y nunca olvidarás ese juego de mira por aquí, mira por allá...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Y luego además y sobre todo, disfrutas con Ray Milland aguantando al insoportable Robert Cummings que le quiere birlar a su estupenda esposa, aguantando al más típico de los inspectores de Scotland Yard (siempre he pensado que en esta vida me hubiera gustado ser un inspector de Scotland Yard… ¿Será por esos recuerdos de la niñez? ¿De tanta película vista? ¿De algo así como haber tenido la capacidad de resolver lo intrincado?)
Disfrutas como nadie con Ray Milland, con el lío de las llaves y con sus disimulos. Me encanta, y lo siento por Grace y lo mal que está con la bata carcelaria pero quisiera que triunfara el disimulo perfecto, quisiera que triunfara Ray Millan mientras soporta la tensión tan estoicamente, haciéndose el tonto ante las preguntas del inspector sobre el crimen que se había producido en su casa, y del que él es el único responsable:
-¿Qué ha ocurrido? ¿Quién podría ser? ¿Por qué lo habrá hecho?...
Disfrutas como nadie con Ray Milland, con el lío de las llaves y con sus disimulos. Me encanta, y lo siento por Grace y lo mal que está con la bata carcelaria pero quisiera que triunfara el disimulo perfecto, quisiera que triunfara Ray Millan mientras soporta la tensión tan estoicamente, haciéndose el tonto ante las preguntas del inspector sobre el crimen que se había producido en su casa, y del que él es el único responsable:
-¿Qué ha ocurrido? ¿Quién podría ser? ¿Por qué lo habrá hecho?...