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España España · Pasajero 58
Voto de floïd blue:
7
Drama Un fugitivo, erróneamente acusado de asesinato, entabla amistad con Ben, un joven cazador que se enamora de su hija. El joven lo persuade para que encuentren al verdadero asesino. Tras la magistral "La regla del juego" (La regle du jeu, 1939), el director francés Jean Renoir, exiliado en Estados Unidos y reconocido mundialmente como un director de primera fila, firma por encargo de la Fox su primer trabajo en USA. (FILMAFFINITY)
5 de septiembre de 2017
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar del drama que aquí se va a representar, la película resulta simpática por la amistad entre el viejo fugado de la Justicia (Walter Brenan) y el joven cazador (Dana Andrews). Ben es un muchacho que vemos es bastante más joven que el Dana Andrews que le encarna, con los 32 años que tendría entonces el papel que hace es el de un joven de 20 años o poco más, fogoso, imprudente y con un gran sentido de la justicia y del honor.

El hecho de que sea imprudente se corrobora con la figura del padre, siempre regañándolo a causa de ese insuperable temor de que le pueda pasar algo por los peligros del pantano, donde su hijo se empeña en ir a buscar a su perro. En cambio, apenas puede esconder su alegría al comprobar que ha regresado aunque no deja de machacarlo y le trata pues eso, como a un niño más que como a un hombre. Es la primera comunicación que aprendemos, la del miedo, la del peligro.

Renoir, recrea pues la vida en el pueblo con personajes que aportan celos, envidias, sospechas, de un modo pausado y razonablemente creíble, una relación odiosa entre los vecinos, dañina, de peloteo cuando toca, presumida y fantasmal. Esa es la base central de la película.

El escenario es un poblado en medio de un bosque inhóspito rodeado de serpientes mocasines, cocodrilos y las famosas arenas movedizas. Podremos disfrutar de una espléndida secuencia para los que nos gusta ver como se tragaría la tierra a determinada gente y que por desgracia no ocurre en la vida real.

El caso es que la comunicación del muchacho con el viejo es la sana, la fructífera, y nos viene a decir que: Dame personas, no me des gente. Las personas para que valgan hay que sacarlas de entre la gente, separarlas de la morralla. El final le da puntos a la nota ya que es el más coherente, incluso puede que sea el único posible que cierre con justicia la historia descrita.
floïd blue
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