Para los amantes del cine de terror versión paranormal, sin duda esta película les convencerá. Nada de monstruos ni alienígenas ni gore ni leches: Miedo. Miedo a lo desconocido, a la oscuridad y a las visitas no deseadas.
Al principio uno piensa que la pareja protagonista vive encima del metro, que arranca muy temprano y les despierta siempre sobre la misma hora.
Luego la explicación puede ser que algún fontanero que estuvo haciendo una chapuza semanas antes había dejado las cañerías peor de lo que estaban.
Después se me ocurrió que fuera posible que algún okupa se pensara que la casa estaba vacía e intentara habitarla.
Por fin, al ver las huellas en el suelo sobre el polvo de talco, podría decirse que eran la de un pollo, pero claro: ¿qué pollo? A ver cómo es el pollo. Un pollo que en vez de plumas tiene rabo, les dice un experto que no le gusta nada el oreo.
Pero nada de eso. Terror de cuarto milenio, en directo. La película cumple con todas las expectativas y te mantiene sin respiración ante la pareja cuando está durmiendo.
Seguro que muchos de los que la consideran mala por la noche duermen en su casa con la luz encendida desde que la vieron y no me extrañaría que alguna de esas personas en especial haya contratado a un segurata para que haga guardias por la noche en el pasillo.