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España España · Pasajero 58
Voto de floïd blue:
7
Romance. Comedia. Fantástico Un moderna ejecutiva (Meg Ryan) y un duque del siglo XIX (Hugh Jackman) se encuentran, por cosas del destino, en el Nueva York de nuestros días, cuando el ex-novio y vecino de ella (Liev Schreiber) consigue viajar a 1876 a través de un portal en el tiempo, pero a su vuelta se trae consigo al apuesto y romántico noble. (FILMAFFINITY)
21 de junio de 2010
27 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
La señorita Meg Ryan es un encanto. Está perfecta para este tipo de películas que domina como nadie.

En tiempos, Jennifer Jones, o Katharine Hepburn o Audrey Hepburn eran las especialistas para estos guiones románticos pero hoy, Meg Ryan, ha dejado huella como una de las más competentes continuadoras del género. Y admitámoslo, deja huella en todos nosotros. Es la verdad. Si nos va el amor tierno, Meg en nuestra mujer.

Es interesante ver cómo Kate (Meg) se va enamorando del señor Leopold (Hugh Jackman, cómo no), poco a poco, como empieza a alucinar viéndole a caballo con sus modales refinados propios de un aristócrata… Encantador. Así debe nacer el amor: montando a caballo.

La película es lo que quiere ser, no cómo son los rancios que se mofan para demostrar que ellos son tipos duros, que luego no lo son, es lo gracioso, pero que quieren dar el pego.

Me enamoro de Meg a primera vista. Una mujer sensible, es fácil imaginarse una vida apacible a su lado, sin sobresaltos. Tan modosita, llena de ternura y sensibilidad. La vida será con ella un festival de besos y caricias… Con ese tipito y esa expresión tan dulce … Algo despeinada, descuidada en el vestir ... Tan poquita cosa... ¡Cuántos arrullos nos haremos a la luz de la luna! Todo es delicadeza en ella: "¿Qué tal, cariño? ¿Cómo te fue el día?" Con Meg, te sentirás como si fueras el Duque Leopold nada menos … como si vinieras de otro mundo, bueno… más bien como si vivieras en otro mundo. En resumen, la película te da a entender que el auténtico romance para enamorar viene de la mano de los modales y la buena educación.

Merece la pena vivir al lado de Meg, conocer esa dulzura (mírate: los dos juntitos en esa foto que irá en un marco de plata encima del piano de cola). Sí, merece la pena enamorar así a Meg aunque sólo sea el rato que dura la película.
floïd blue
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