Cómo hacer una película famosa. Iba el otro día por la calle y me encontré a una rubia que se parecía mucho a la novia que tuve y la convencí para que hiciera todo lo que yo la dijera. Íbamos a hacer la peli del siglo. La tía que era un poco tonta le pareció bien. Lo primero fue que la obligué a ponerse una peluca negra; la tía me dijo que estaba muy fea con esos pelos pero yo insistí porque la novia que tuve era gitana; luego la obligué a ponerse niquis negros y faldas muy largas negras y me dijo que estaba chiflado.
Yo la dije que había hecho un curso de cinematografía en la cárcel y que sabía muy bien lo que hacía.
Pero la tía tenía razón, es verdad, así no se puede hacer una peli como Vértigo, una peli tan bonita, tan limpia, con esa trama obsesiva tan asfixiante que le deja al espectador pendiente de todo, y de nada también, pensando profundamente (¿esto de qué va?), pero yo quería hacerla a mi manera, que fuera mejor que la original que tampoco es para tanto, como dice todo el mundo, hasta que me di cuenta que esa tía no se parecía nada a la novia que tuve.
O sea, que abandoné el proyecto y actualmente trabajo en Falso culpable, que es un caso como el que me pasó a mi (lo juro por éstas) y que me llevó a la cárcel por una temporada.
Mi novia, la gitana, se subió un día al campanario de la iglesia del pueblo y nada más llegar la entró vértigo (eso dijo; para mi que iba pedo), resbaló y se pegó un cabezazo tremendo contra la campana. Aquel día todos los vecinos pusimos el reloj en hora. La una de la tarde.