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Voto de floïd blue:
10
7,2
3.987
Drama
En Stockton, ciudad de California, un veterano púgil en decadencia (Stacy Keach), que sobrevive trabajando como jornalero agrícola, conoce a un muchacho que quiere ser boxeador (Jeff Bridges) y se lo recomienda a su antiguo mánager, otro perdedor. "Fat City" es una expresión de la jerga boxística que quiere decir "Paraíso en la Tierra". (FILMAFFINITY)
29 de mayo de 2011
32 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Huston cogió la novela de Leonard Gardner, la adaptó con un guión de su propia creación y realizó uno de los mejores relatos que hay sobre el mundo del boxeo y de la vida sin alicientes. Huston, que además de escritor cuenta en su hoja de servicios que sirvió en las filas de Pancho Villa (curiosidad al menos), corrió mundo de sobra como para poder escribir con total experiencia sobre las entrañas del ser humano.
Este drama no es en sí una película del mundo del boxeo exclusivamente, es el reflejo del hombre desarraigado que apenas reconoce la sociedad en la que vive. Aquí no hay suerte en la vida, ni familias, ni siquiera amigos que le voten a uno. No hay nada más que uno mismo, 20 dólares en el bolsillo y una caja de cartón que sobra para guardar todas sus pertenencias.
La película es el cómputo de un acierto general en el rodaje destacando la labor de John Huston para hacernos ver la desolación de la persona, tal y cómo él quería que lo sintiéramos, y la actuación de Stacy Keach que está para aplaudir (tal vez sea ésta la película de su vida). El inicio es uno de los más desoladores con los que te puedes encontrar. Billy Tully, vieja gloria del boxeo (que quizá nunca lo fue, pero sí lo soñó) tirado sobre la cama buscando las cerillas mientras de fondo canta Kristofferson, es el preludio perfecto del episodio de un hombre anclado en un bache perpetuo, del que se ha hecho a él y no hay queja ninguna.
Buen cine para todo tipo de público, casi diría de obligada visión. El devenir de unos días en la vida de un hombre sin estrella relatado con absoluta objetividad, sin melodramas gratuitos ni falsas esperanzas. No están las mafias ni los tongos tan recurrentes en el cine. Secuencias marcadamente tristes expuestas sin regodeos y de una efectividad extrañamente perturbadora.
Este drama no es en sí una película del mundo del boxeo exclusivamente, es el reflejo del hombre desarraigado que apenas reconoce la sociedad en la que vive. Aquí no hay suerte en la vida, ni familias, ni siquiera amigos que le voten a uno. No hay nada más que uno mismo, 20 dólares en el bolsillo y una caja de cartón que sobra para guardar todas sus pertenencias.
La película es el cómputo de un acierto general en el rodaje destacando la labor de John Huston para hacernos ver la desolación de la persona, tal y cómo él quería que lo sintiéramos, y la actuación de Stacy Keach que está para aplaudir (tal vez sea ésta la película de su vida). El inicio es uno de los más desoladores con los que te puedes encontrar. Billy Tully, vieja gloria del boxeo (que quizá nunca lo fue, pero sí lo soñó) tirado sobre la cama buscando las cerillas mientras de fondo canta Kristofferson, es el preludio perfecto del episodio de un hombre anclado en un bache perpetuo, del que se ha hecho a él y no hay queja ninguna.
Buen cine para todo tipo de público, casi diría de obligada visión. El devenir de unos días en la vida de un hombre sin estrella relatado con absoluta objetividad, sin melodramas gratuitos ni falsas esperanzas. No están las mafias ni los tongos tan recurrentes en el cine. Secuencias marcadamente tristes expuestas sin regodeos y de una efectividad extrañamente perturbadora.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Hay que descubrir esas miradas idas de Keach, estáticas, al vacío, en la barra del bar al final de la película, donde la foto se congela para marcar magistralmente ese momento en el que para uno parece que no pasa el tiempo. Su mirada perdida indiferente al mañana y… a todo.
Pero lo mejor, la visita del boxeador mejicano Lucero para enfrentarse al resurgido Billy Tully. Dos viejas glorias en declive. A Billy Tully no le acompañó su manager a Panamá y perdió el combate; aquella vez le fallaron pero bien (no hay nadie en quien confiar, Billy). Hoy le toca venir solo a Lucero desde Méjico, ya tocado, y su salida después del combate por el pasillo según se apagan las luces, después de que se han ido todos, es una imagen de una efectividad absoluta, difícil de olvidar. Aunque Lucero parece que está acostumbrado a ir solo por la vida.
Pero lo mejor, la visita del boxeador mejicano Lucero para enfrentarse al resurgido Billy Tully. Dos viejas glorias en declive. A Billy Tully no le acompañó su manager a Panamá y perdió el combate; aquella vez le fallaron pero bien (no hay nadie en quien confiar, Billy). Hoy le toca venir solo a Lucero desde Méjico, ya tocado, y su salida después del combate por el pasillo según se apagan las luces, después de que se han ido todos, es una imagen de una efectividad absoluta, difícil de olvidar. Aunque Lucero parece que está acostumbrado a ir solo por la vida.