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España España · Pasajero 58
Voto de floïd blue:
9
Thriller. Drama Madrid, verano de 2011. Crisis económica, Movimiento 15-M y millón y medio de peregrinos que esperan la llegada del Papa conviven en un Madrid más caluroso, violento y caótico que nunca. En este contexto, los inspectores de policía Alfaro (Roberto Álamo) y Velarde (Antonio de la Torre) deben encontrar al que parece ser un asesino en serie cuanto antes y sin hacer ruido. Esta caza contrarreloj les hará darse cuenta de algo que nunca ... [+]
1 de septiembre de 2017
16 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de padecer la costumbre dentro del cine policíaco español, y vamos a decir de parte de este cine para ser justos, por seguir un estereotipo de personajes en el que siempre vemos al comisario pegando gritos y amenazando, a los diferentes inspectores enfrentándose entre ellos entre sempiternos cabreos, y siempre en el mismo ambiente, volvemos a tener aquí al comisario echando pestes, a un inspector violento y enfrentamientos entre compañeros, pero a diferencia, diremos que aquí, el señor Sorogoyen, director y guionista, sí que consigue dar un aire nuevo totalmente al género y, por tanto, dar credibilidad y un interés hipnótico a la historia.

Este señor al menos ha trabajado, se ve que se ha molestado en documentarse un poco sobre el funcionamiento de la administración policial y encima, se ha dado cuenta que los policías son personas que anteponen su vida antes que a su profesión y va más allá de la típica mujer fastidiada por tener a su marido siempre absorbido por el trabajo. Sí, señor, en esta película se ha trabajado y la demostración está en los detalles, se ha creado a un inspector tartamudo, un pequeño detalle, una tontería, pero crucial, porque por esa tontería te acerca más a la realidad y te lo hace más cercano. Es como en Blitz, que veíamos a un inspector que era gay, ahí está el derrumbe de los estereotipos, la demostración de que la profesión no hace a la persona, si no que la persona, sea como sea, cumple con su deber hasta la hora de salida del trabajo y ya está. Así se huye por fin de mostrar siempre al típico colega gordito como el tontorrón y gracioso que no tiene más vida que su mamá y el trabajo, y al friki o guarro experto en informática, un hacker que duerme ante un ordenador y un trozo de pizza.

Desde luego que el inspector Alfaro, su compañero, es el clásico violento de vuelta de todo, es la pareja tan recurrida en los buddy films, de acuerdo, pero se le da una vida en pocas secuencias que cuenta mucho, tiene una hija descontenta, una mujer descontenta, un perro descontento, algo que nos resume sus razones de por qué va así por la vida dentro de un dramático cuadro personal del que no tienes ninguna duda que él, también está descontento.

Volviendo a su compañero, Velarde, el tartaja, tampoco se libra de comportamientos antisociales, es un medio ermitaño, vemos a alguien que le gusta su profesión, que le ha costado más que a nadie ganar unas oposiciones al cuerpo de Inspector porque tenía que superar complejos, y encima ha tenido que tragar mucho para pasar de mofas ante sus peculiares procedimientos. No hay bromas, no hay humor. Detalles como observar por la mirilla de la puerta a la mujer de la limpieza son clave para no despistarnos. Es muy difícil escapar el relato social y laboral del inspector, pero más lo es escapar de su relato íntimo.

Otra cosa que la hace mucho más profunda como película policial es el tratamiento de la muerte. Aquí no se limita a mostrar al muerto y policías alrededor dando detalles de la muerte de la víctima y fuera, si no que aquí nos enseñan sus cuerpos sangrantes sobre el aluminio forense, que el crimen no es sólo investigación sobre los hechos. Así vemos el dolor, vivimos el recelo de las viejas ante las aproximaciones de desconocidos, notamos su miedo ante el joven simpático que se las acerca, en una palabra, Sorogoyen nos obliga a padecer el miedo, el martirio antes de la muerte y la agonía, con la única finalidad de no darnos respiro.

En resumen, asistimos de nuevo al cuadro policial de siempre, pero muy distinto al habitual, lo hacemos desde una perspectiva interna de funcionamiento e íntima de los personajes, muy rica en detalles humanos y del ambiente tétrico y oscuro del mundo que ha creado Sorogoyen. Genial, ese es el camino para crear y tratar personajes, lejos de los televisivos tan gastados ya, lo fundamental para que surjan con más facilidad los buenos guiones, o para que, al menos, resulten mucho más atractivos.
floïd blue
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