Una de las entregas más peculiares de JB. Un argumento enrevesado que desemboca en intereses terroristas nos agotará e incluso nos aturdirá pero aún así, se puede seguir la acción como el que viaja en tren: disfrutando del paisaje.

Viajemos tranquilamente con nuestro cubata de DYC y no pensemos en la complejidad de los asuntos a los que acostumbra un agente del MI6, con su vida tan ajetreada, acompañemos a JB en sus peripecias sin fin. Me inclino a pensar que la razón está de su lado porque lo ha demostrado muchas veces, con que insisto: lo importante es ver a Bond esquivando una y otra vez a la muerte mientras practica con el estilo más depurado:

- Salto de altura con cuerda de persiana extra larga para olimpiadas.
- Regatas con trainera por el Támesis persiguiendo a una morena.
- Esquí alpino modalidad escape libre.
- Bobsleigh por parejas en pista cerrada.

Ni lo intentes por tu cuenta aunque estés acompañado por personas cuerdas.

Y así llegamos al punto donde hay que reconocer los enormes pulmones de JB, su potencial respiratorio, un agente que fuma y bebe como todos sabemos, y lo que bebe no es Acuarius precisamente. Aún así está sobrado de fuerza. Llega la hora de estar bajo el mar y de demostrar toda la práctica adquirida en los cursos de entrenamiento del MI6.

Conoce todos los mandos de un submarino. Sabe por donde se sale y por dónde se entra. El cable éste donde va. Para que sirve esto y lo otro. Cómo entrar y salir buceando a pulmón libre. A una persona normal con su cubata de DYC se le hace un mundo toda esta muestra de habilidades.

Pero es que El mundo nunca es suficiente para JB, y queda demostrado, superficialmente pero queda demostrado, que es lo que importa. Una agradable propuesta para un momento desocupado.