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España España · GALIZANO
Voto de JOSE ANGEL:
8
Drama Anton es un médico que divide su tiempo entre una idílica ciudad danesa y un campo de refugiados en África, donde ejerce su profesión. Anton y su esposa, padres de dos hijos, están separados y se plantean el divorcio. Elias, el mayor de sus hijos, entabla una estrecha amistad con Christian, un chico que acaba abandonar Londres para establecerse con su padre en Dinamarca. Sin embargo, Christian involucra a Elias en una peligrosa revancha ... [+]
4 de abril de 2011
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que una de las cualidades que mejor nos define como personas es nuestra capacidad de afrontar los problemas que la vida nos depara y la longitud de cada lado del triángulo que forman los vértices entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. A Susanne Bier le interesa mucho la fragilidad, las dudas, la incertidumbre con que los 2 padres de la película tratan de corregir y encauzar los conflictos de sus hijos. El personaje de Mikael Persbrandt es la típica persona que se deja arrastrar por la corriente y espera a que los problemas se pudran. Hombre cobarde imbuido de un idealismo romántico y un buenismo digno de mejor causa, escurre el bulto y huye de sus problemas personales, abandonado su matrimonio fracasado, dejando a su suerte el acoso escolar al que es sometido su hijo refugiándose en África durante 6 meses al año, ayudando a enfermos como medio de expiación de sus pecados. Por otro lado está Ulrich Thomsen que aunque intenta ejercer su responsabilidad como progenitor se encuentra impotente y superado por un hijo demasiado inteligente y demasiado resentido por un dolor maligno.

Precisamente ese dolor, en forma de violencia, es el otro tema central de la película. Y aquí es cuando toca hablar de religión. Tanto el budismo como al cristianismo gustan de dar recetas infalibles y añado yo, infantiles para combatirlo. El budismo trata de minimizarlo entendiendo que es inevitable y ubicuo; el cristianismo entiende que es una redención y apuesta por poner la otra mejilla, culmen de la caridad. Sin embargo, resulta que los biólogos han descubierto el origen de la violencia. Según parece cuando un individuo sufre dolor, la victima reacciona transfiriendo ese dolor a otra persona con el fin de liberar su angustia personal independientemente de su culpa. Cuando sentimos que hemos sufrido una injusticia, aumenta nuestro nivel de cortisol (estrés) y necesitamos liberarlo ya sea con violencia verbal o física. Los individuos que responden haciendo daño a otros, se sienten mucho más liberados que los que sufren los abusos en silencio, aparte de los problemas fisiológicos y psicológicos que conlleva tragarse las injusticias. En otras palabras que si nos pegan, tenemos que pegar, si nos insultan debemos insultar y si nos hacen daño debemos desfogarnos, lo ideal sería con nuestro enemigo, aunque muchas veces eso no es posible con lo cual buscamos un sustituto, un suplente, alguien más débil para proyectar nuestra agresión, pues de no hacerlo, es muy probable que incubemos una úlcera de estómago. Esto explica porque los maltratados se suelen convertir en maltratadores.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JOSE ANGEL
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