Es un quiero y no puedo.
Cuando te declaras fan de Tarantino y solo ves a través de sus ojos, pasan estas cosas. Ezequiel Montes es un director que ha intentado todo para entrar en la industria del cine, como él mismo ha comentado en algunas entrevistas, pero no concibo como alguien tiene la idea de ser productor y cuando ve que sus historias no funcionan creen que el mejor remedio es hacerse directores, de la noche a la mañana. No basta con tener un referente como Tarantino, hay mucho trabajo y esfuerzo detrás.

A su favor hay que decir que ha sabido manejar los tiempos y sobre todo a una serie de actores que están en estado de gracia, empezando por el siempre efectivo Antonio Dechent que encarna a un personaje desde las tripas, con poco o nada de artificios.

Otra cosa es el ritmo de la película y el guion que van decayendo pasado la mitad del metraje y no recupera el tono. A mi parecer, esta trama mafiosa patria está muy vista y para nada se ha revisitado el género con la intención de crear una obra personal. Parece más bien un pastiche de culebrón mezclado con tiros y sangre porque Tarantino la hubiera hecho así.

Ojalá haya suerte y Quentin compre los derechos del guion, así el cometido del director estará cumplido.