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Voto de Juanjo Iglesias:
7
Intriga. Thriller Una pequeña e idílica población italiana en la región de los Dolomitas (Alpes orientales) queda conmocionada por la violenta muerte de una adolescente en un paraje montañoso. De la capital viene el inspector Sanzio para encargarse de un caso en el que tanto la víctima como el crimen aparecen rodeados de misterios. (FILMAFFINITY)
23 de abril de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como buen amante de ese crímen perfecto del que con avidez hablaba Hitchcock, he ido entusiasmado al cine a disfrutar del primer largometraje de Andrea Molaioli, un thriller de intriga que rodara allá por 2007, en un idílico pueblo de la cordillera de los Dolomitas. Estrenándose en Madrid, el 22 de Abril de 2011, casi cuatro años después de su estreno en Italia.

Basado en la novela homónima de Karen Fossum, que trae el premio a la mejor novela policiaca escandinava bajo el brazo, nos encontramos con una cinta de un prodigioso gusto clásico, aroma a cine negro europeo, pulcritud y compromiso con un cine de calidad, que aunque rezuma academicismo, se siente escasa en cuanto a sentimiento, a corazón.

Como toda buena película, se basa en una idea simple, la aparición del cadaver de una bella joven, a la orilla de un idílico lago. A partir de ahí, Molaioli comienza a jugar a ese maravilloso juego de hacer desfilar posibles culpables, que se enfrentan a un Comisario de Policía con malas "pulgas", interpretado por un Toni Servillo, (Gomorra, Il Divo) que no termina de convencerme, por mostrarse forzado tanto en el plano sentimental como en el de duro policía.

Si comparamos esta cinta con el cine de Chabrol, se muestra demasiado tibia, le falta la dureza necesaria para contar un relato desagradable y enfermizo de por sí, pero aquí es donde el director lo borda, compensando este defecto, con un sentido del ritmo "in crescendo" que me invita a compararlo con un vals, y con encuadres preciosos que muestran planos generales de este bello paisaje del norte de Italia. Esto es lo más valioso de la película, la capacidad del director de poner en imágenes todo ese rebosante clasicismo, del que es buen conocedor.

La composición fotográfica es rotundamente original y el uso de los espacios, la situación de la cámara, y su movimiento, le aportan la amplitud artística de la que carecen los personajes en un guión que no termina de funcionar. Y no termina de funcionar porque intenta justificar la parte más dramática de la historia con una enfermedad o una inestable relación paterno-filial, pretendiendo así crear el drama de la forma, quizá, más fácil. Tiene cosas positivas como introducirnos en la historia, una leyenda y el personaje de una niña con la que juega y crea subtramas destinadas con virtud a una necesaria confusión, pero no termina de profundizar en los personajes.

La música de piano de Theo Teardo, es del todo poco apropiada, por no generar tensión y estar en consonancia con el paisaje, más que con la historia.

Una película con aroma clásico y una dirección preciosista que podría haber llegado a ser un gran largometraje, pero no lo es.
Juanjo Iglesias
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