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Voto de Antonio Morales:
8
Drama Montparnasse, el barrio bohemio de París, está lleno de artistas que aspiran a triunfar, aunque pocos lo consiguen. En 1919 vivía allí el pintor italiano Modigliani, que arrastraba una miserable y tormentosa existencia, ya que su arte no era comprendido y su único consuelo eran el alcohol y las mujeres. Siempre enfermo y borracho, su vida se dividía entre una tabernera y una rica inglesa que le proporcionaba opio y pagaba sus facturas. ... [+]
13 de octubre de 2015
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conmovedor melodrama inspirado en la malograda vida del pintor Amadeo Modigliani. Un emotivo retrato humano de un artista bohemio y torturado por la incomprensión de su trabajo, unos cuadros que ahora se los disputan los grandes museos y los millonarios que pueden pagar cuantiosas fortunas por ellos. Perseguido por la enfermedad, el alcoholismo y la fatalidad, hizo que apenas vendiera un cuadro en su vida, por defender su dignidad e independencia, junto a su personalidad artística. Para entender y apreciar este film de Jacques Becker, es necesario conocer que el cineasta quiso filmarla en blanco y negro para mostrar el drama personal y el clima pesimista y malsano del relato, no dejarse tentar por los convencionales “biopics” sobre pintores (“Moulin Rouge”, de Huston, “El loco del pelo rojo”, de Minnelli), estupendos films que estaban demasiado recientes, donde predominaba el color).

Becker no quería convertir la puesta en escena en un banal intento de reproducir los cuadros del pintor, mediante la utilización del color y el trabajo sobre el contenido del plano. El mayor acierto en mi opinión, de esta hermosa película, reside en no haberse propuesto una aproximación artística, fijándose más en el retrato humano de la historia, y sin embargo tenerla siempre presente en la atmósfera y en el tono mediante los movimientos de cámara. Por lo tanto, no es un film sobre la creación artística, sino sobre los últimos meses de un hombre desdichado que se dedica a pintar y su desesperación, así como las personas que lo rodean.

Un variado retrato de seres entrañables: Jeanne (Anouk Aimée) su gran amor, Beatrice (Lili Palmer), su protectora inglesa y acaudalada. Seres mediocres: el padre de Jeanne que no permite esa relación pasional y destructiva, el gendarme que hace retirar un cuadro del escaparate por obsceno. Y finalmente el repugnante Morel (un magistral Lino Ventura), un marchante despreciable y abyecto que merodea como un ave carroñera a su presa, pero que desgraciadamente tenía la virtud de reconocer el talento que una sociedad estúpida despreciaba. Todo ello artísticamente recreado en unas callejuelas del barrio de Montparnasse con sus bistrós y buhardillas, de un París de entreguerras. El trabajo del cineasta, aún hoy, guarda esa sencillez, casi inaprensible y que tiene esa rara cualidad que lo hace más admirable.
Antonio Morales
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