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Voto de Antonio Morales:
9
Intriga. Romance. Thriller. Comedia Tras pasar unas vacaciones en una estación de esquí donde ha conocido a Peter Joshua (Cary Grant), Reggie Lampert (Audrey Hepburn) va a pedir el divorcio a su marido. Pero cuando llega a París descubre que éste ha sido asesinado y su apartamento está vacío. En la embajada americana le informan de que su marido, junto a otros cómplices, habían robado un cuarto de millón de dólares al gobierno de los Estados Unidos. El dinero ha ... [+]
17 de mayo de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Stanley Donen comprobó que Hollywood despreciaba los musicales, ese género en el que él había dirigido películas como: “Un día en Nueva York”, “Siempre hace buen tiempo” y “Cantando bajo la lluvia”, desvió su talento hacia otros géneros cinematográficos, y el resultado fue un puñado de películas espléndidas como: “Dos en la carretera” o esta “Charada”, una admirable comedia romántica, delicada, plagada de mentiras y muertos, pero contundentemente marcada por los elegantes modelos que Givenchy creó para la fascinante Audrey Hepburn.

En esta película, la huella interna del musical es patente, no hay bailes ni canciones, desde luego, pero en todos los elementos de la película es reconocible la deuda con aquel género que sedujo a Donen. El diseño de producción gira en torno a esa idea de la revisión irónica, pero estricta, de las películas de intriga, con una trama argumental estilizada que suaviza y perfuma lo truculento y privilegia lo armonioso. Nada es estridente ni de verdad angustioso, pero todo está calculado al milímetro, de manera que el espectador se identifique con las penalidades de la protagonista.

El guión es un engranaje impecable, pero los diálogos de alta comedia y las réplicas ingeniosas le dan un tono de informalidad y que ahuyenta con mucha clase lo zafio. Hay fulanos siniestros y asesinatos retorcidos, pero la perfidia de los malos bordea la caricatura con mucho estilo y los cadáveres se ofrecen como muñecos de un guiñol refinado que si algo provoca es una venial compasión. Todo ello perfilado y tan transparente, remite con claridad al artificio narrativo, a la composición visual y al movimiento reglado de los musicales.

La película apuesta por la madurez y la clase de un estupendo Cary Grant, de esta forma la atracción sexual y el alarde físico se desarrollan entre la cautela y el sobreesfuerzo, y en ese sentido, encantadora es una historia de amor en la que no brilla el arrebato. El film posee unos gags desternillantes como: el baile con la naranja, o la ducha de Cary Grant vestido. También hay que destacar el plantel de secundarios, son piezas imprescindibles en el montaje de ese travieso monumento al arte de mentir. Donen rueda con elegancia en un París de ensueño, donde nada es lo que parece, pero que logra implicarnos en un debate que puede ser cualquier cosa menos trivial, entre la realidad y la apariencia, entre la inocencia y la culpa. El film propone el artificio como mero juego, pero apunta con tino a nuestra tendencia a falsificarnos. Inolvidable también la música de Henry Mancini.
Antonio Morales
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