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Voto de Antonio Morales:
9
Drama Eddie Felson (Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Gleason), un legendario campeón de billar. Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer (Laurie) podría ayudarlo a abandonar esa clase de vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón sin ... [+]
13 de septiembre de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obra de Robert Rossen se podría extrapolar al protagonista de “El buscavidas”, poseía talento pero sin suerte, filmó grandes películas como “Cuerpo y alma”, “El político” o “Lilith” pero su maestría no fue casi reconocida, perseguido por McArthy y su nefasto comité, por sus ideas políticas y desgraciadamente malogrado por una terrible diabetes que lo mató a los 57 años en 1966. Desarrolló su mejor trabajo en este “The Hustler” (El estafador) construyendo un personaje icónico e inolvidable que encumbró a Paul Newman. Basada de forma muy libre en la homónima primera novela de Walter S. Tevis, narrando cómo el chico más listo de los billares de California emigra a la Gran Manzana para sacarse el graduado en fullero profesional.

No es “El buscavidas” una película fácil, no tiene una adecuada casilla en el cine americano de la época, su envoltura se presenta tributaria de un género, el cine negro de los 50, y el subjetivismo nihilista americano. Dentro de este film de clásica hondura hay una bomba de relojería, un mecanismo de alta precisión que dinamita sus propuestas aparentes. Es cine negro pero lleva dentro sus propias señas de identidad, expone ciertos aspectos del sueño americano para prodigarse luego en su reverso y su degradación.

Rossen comentaba: “Mis mejores películas, son aquellas en que he podido controlarlo todo”. A la luz de este comentario, tan simple como evidente, la primera virtud de “El buscavidas” es su independencia de producción, para narrar una dura y cruel historia poblada de perdedores y avispados cínicos sin escrúpulos que se aprovechan de los débiles. Rodada en Scope con una extraordinaria fotografía en blanco y negro, en un siniestro Nueva York, en lúgubres tugurios, hoteles cochambrosos, salas oscuras de billar o estaciones de autobuses como refugio de miserias, todo ello bañado con alcohol y humo.

Un film denso como éste necesita de un actor con un sobrio trabajo gestual, de la elocuencia directa, ajena a fáciles manierismos, nadie como Paul Newman podía construir la esencia de Eddie Felson, para mostrar el pesimismo, la soledad y la derrota. Sarah (espléndida, Piper Laurie) es otro ser vulnerable y derrotado que se aferra a su última oportunidad. Luego está el gordo de Minnessota (estupendo, Jackie Gleason) enfático y contemporizador. Sin olvidar el villano nauseabundo: Bert Gordon, (George C. Scott), apoderado ventajista y chantajista, pues ya comenzaba a despuntar como gran talento. Rodada con un presupuesto y un equipo reducido y realizada con la sensibilidad que preside toda convicción profunda, cuando aún había espacio para dar cabida a películas adultas, “El buscavidas” es el resultado de una gran película, con el paso del tiempo se ha colocado por derecho propio en ese espacio de los films de culto, sobre el que se ha edificado nuestra memoria del cine. 25 años después volvería a reaparecer un Eddie Felson con (El color del dinero), más cínico y desencantado de la mano de Scorsese, “Marty” para sus devotos incondicionales, obra amena que de la mano de su discípulo (Tom Cruise) pretendía transmitirle sus experiencias.
Antonio Morales
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