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Voto de Antonio Morales:
7
Comedia En la cárcel Modelo de Valencia se va a celebrar el Día Internacional del Preso de Conciencia. Gentes de la política, la cultura y la farándula asistirán al acto y aprovecharán la ocasión para hacer lucrativos negocios. (FILMAFFINITY)
29 de noviembre de 2015
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quién nos iba decir que cuando se realizó esta película que critica la corrupción, donde se dan cita una galería de personajes grotescos de todo tipo de clase social, la política, la cultura, la farándula, banqueros y empresarios, que trae consigo, la picaresca, el tráfico de influencias, la fuga de capitales, el trapicheo y la comisión. Todo ello familiar y reconocible por el público español, aún se quedaba corta si lo comparamos con los casos recientes, ampliamente superada, pues cuando Berlanga realizó esta cinta que según el propio cineasta, la idea le vino obligado por las circunstancias. Los productores le dijeron que tenía que rodar la película en un solo escenario y no se le ocurrió nada mejor que decir que en una cárcel, pero sin tener aún esbozada la historia, que la escribiría junto a su hijo Jorge, también crítico de cine. Luego la casualidad quiso que pudiera rodar en la Modelo de Valencia, donde su propio padre estuvo preso en dos ocasiones tras la Guerra Civil.

“Todos a la cárcel” supuso para los aficionados al cine una agradable sorpresa, ya que si no nos devuelve al Berlanga de “Plácido” y “El verdugo” – dos obras maestras – al menos está en un tono divertidamente crítico, sarcástico y corrosivo. Una vez más “Todos a la cárcel” es una hilarante comedia coral, caótica y disparatada, cine de enredo vertiginoso que tan bien se le dio siempre al director valenciano, contando con los mejores actores del cine español. Berlanga demuestra una vez más que su cine, pese a su afilado humor, es absolutamente pesimista en su visión mezquina del ser humano y su insolidaridad social.

Asistimos entre unas situaciones delirantes a las peripecias esperpénticas de Artemio Bermejo “de sanitarios Bermejo, para servirle”, aprovechando la presencia del Director General de Cultura Sanitaria en la celebración del día del preso de conciencia, el ínclito Bermejo (José Sazatornil) aconsejado por su cuñado y esposa, pretende que dicho político que le es esquivo, le firme un papel para cobrar una elevada deuda por la instalación de retretes en centros de la tercera edad. Por supuesto, todo se complicará debido a factores rocambolescos ajenos al industrial. Si en “La escopeta nacional” satirizaba el “Tardofranquismo” aquí lo hace con las fuerzas democráticas y los partidos políticos que sucedieron a la dictadura.

El único “pero” que le pondría al film es, su falta de mesura, la acumulación de personajes en escena, acumulación de episodios que se entrecruzan, acumulación de diálogos que impiden algunas veces que los personajes se entiendan, incluidos los espectadores que necesitan un respiro para asimilar esa catarata de chistes y gags, bastante atinados, aunque alguno de dudoso gusto. Esa acumulación de historias no permite desarrollarlas en su medida, incluyendo la detención de ese banquero de Dios, Tornicelli (Torrebruno) y las diferentes noticias con que abre el film, ni la Iglesia Católica se salva del látigo de Berlanga.
Antonio Morales
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